MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Arancel al tomate traerá más desempleo y pobreza

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El 14 de julio de 2025, el gobierno de Donald Trump cumplió su amenaza hecha desde abril de este año al imponer un arancel de 17.09 % al tomate mexicano que se vende a Estados Unidos. Un arancel es un impuesto aplicado sobre el precio de un producto extranjero. Se impone para proteger de la competencia a productores locales de la misma mercancía; en este caso, a los tomateros de Florida, que se quejaban de que los mexicanos ofrecían precios más bajos que los suyos, lo que se conoce como prácticas de dumping.

Los golpes recurrentes al bienestar popular harán que la pobreza se agudice, lo que hará a su vez más receptiva a la gente trabajadora a la idea de que estamos presenciando la pudrición del capitalismo mexicano dependiente.

A partir de ese día, el tomate (o jitomate, como se le llama en varias regiones del país) es más caro para los estadounidenses. El tomate mexicano surte la mayoría de los tomates que los estadounidenses compran en el exterior. Sinaloa aporta la mayor parte del producto que nuestro país vende al mercado estadounidense.

Varios funcionarios del gobierno mexicano, incluida la presidenta de la república, calificaron de “injusticia” la medida tomada por Donald Trump al cumplir su amenaza. Pero ¿qué esperaban? ¿Que el principal promotor del genocidio palestino se frenara? ¿Que la potencia más abusiva de la historia del planeta, que invade cuando quiere y donde quiere, asesina, saquea y despoja, violando leyes internacionales sin ton ni son, actuara con justicia esta vez? ¿Creía el gobierno mexicano que, porque ha cedido dócilmente a todos los chantajes norteamericanos, esta vez nos lo iban a perdonar?

Nuestros gobernantes no están capacitados para dirigir al país basándose en una comprensión científica de la realidad social. No quieren o no pueden ver que la naturaleza de los gobiernos en que se apoya el sistema económico capitalista es la de defender y avanzar siempre los intereses de los grandes empresarios a los que, necesariamente, representan. Este es el caso que nos ocupa: se defiende a ultranza que las ganancias del comercio del tomate queden en manos de los tomateros estadounidenses y de nadie más, así el pueblo norteamericano deba pagar más para llevar el producto a su mesa.

Y si al imperialismo estadounidense no le importa su pueblo, ¿le ha de importar el bienestar del mexicano? El miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Luis Armando Becerra, investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, dice que el problema es tan grave que, de reducirse las exportaciones de tomate por efecto del arancel en cuestión, los empleos perdidos solo en Sinaloa serían cincuenta mil (Univision, 17 de julio de 2025). 

Esto, digo yo, vendría a echar agua al lodo del desempleo en el estado, que solo en los últimos diez meses la Coparmex calcula en otros cincuenta mil empleos ya perdidos (Ídem). Contradiciendo a los expertos, la presidenta Sheinbaum, minimizando la crisis, dice que las exportaciones están garantizadas. Veremos.

La política de comercio exterior con la que se ha conducido el gobierno mexicano es errónea desde hace décadas. El morenismo en el poder, contumaz, no la ha revertido, sino que la ha reforzado.

“El gobierno mexicano ha sido sumamente cauto y prudente, pero si solo enfrenta barreras y barreras, va a haber un momento en que, por cálculo de política interna, tenga que frenar las exportaciones agropecuarias a Estados Unidos”, afirma Antonio Ortiz-Mena, catedrático de la Universidad de Georgetown, Washington (BBC News Mundo, 17 de julio de 2025).

Pero el gobierno mexicano sigue entregado a los brazos de Trump, depende cada vez más de él con cada concesión que le hace. Ya hemos visto muchos ejemplos. Esto no lleva más que a derrochar recursos del presupuesto nacional y ocasionar más empobrecimiento del pueblo mexicano. Cada peso que se destina a pagar las exigencias gringas es un peso menos para medicinas, obras públicas, creación de empleos, seguridad y educación de los mexicanos.

Un gobierno realmente nacionalista no se conformaría con ir de las declaraciones altisonantes a las súplicas de piedad, actuaría para diversificar el mercado externo. El 80 % de las exportaciones de tomate, como nuestras exportaciones todas, van a Estados Unidos.

Y hoy, después de que entró en vigor la amenaza hecha hace meses, el secretario de Agricultura, Julio Berdegué —sinaloense, por cierto—, secundando a la presidenta, dice que apenas van a ver dónde colocar el tomate que no se venda en aquel mercado.

No hay soluciones fáciles para una desvinculación del mercado norteamericano después de décadas de dependencia; sin embargo, hoy existen alternativas, economías y bloques poderosos como el Brics en los que se puede apoyar México para lograr acuerdos comerciales mutuamente beneficiosos. No cambiar el rumbo por los motivos que sean refuerza el sometimiento de nuestro país a intereses ajenos al pueblo, contribuye con el gran capital mundial que, por su naturaleza y sin contrapesos, empobrece y empeora la vida de las mayorías.

Los niveles de vida de grandes sectores sociales en Sinaloa y en todo México están cayendo aceleradamente por un tobogán que parece no tener fin. Ni bien termina el aturdimiento por el golpe anterior y ya está el nuevo sacudiéndonos la cabeza. Los golpes recurrentes al bienestar popular harán que la pobreza se termine agudizando, y esto hará a su vez más receptiva a la gente trabajadora a la idea de que estamos presenciando la pudrición del capitalismo mexicano dependiente y de la clase política que lo apoya, por lo que se hace indispensable y urgente la acción del pueblo organizado para cambiar a ambos.

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