MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Realmente se quiere combatir la corrupción?

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Me llamó mucho la atención una nota aparecida en el portal La Nación del pasado 9 de Diciembre con el siguiente título: “China Ejecutó a exbanquero acusado de recibir 156 millones de dólares en sobornos”; ya en el cuerpo de la publicación señala que “tras condenarlo por corrupción, Bai Tianhui, exgerente general de China Huarong International Holdings (CHIH), fue declarado culpable de haber aceptado mas de 156 millones de dólares a cambio de un trato favorable a la adquisición y financiamiento de proyectos entre 2014 y 2018 según la televisión estatal CCTV”. La nota indica que la empresa Huarong ha sido blanco de la cruzada anticorrupción del presidente chino Xi Ji Ping y su exjefe Lai Xiaomin también fue ejecutado en 2021 por recibir 253 millones de dólares en sobornos. O sea que el desdichado Bai Tianhui, no fue el primero ni el único ejecutado por corrupto, sino que siguió los mismos pasos del anterior exjefe.

Si la memoria no me falla ha habido en el transcurso del año otros que han corrido la misma suerte por el mismo delito  como el caso de un tal Li Jianping que fue ejecutado en noviembre de 2025 por malversar más de $421 millones de dólares; pero también ha habido otros que se han salvado porque han solicitado al máximo tribunal del país cambiar la pena de muerte por la cadena perpetua, es decir, la prisión de por vida. En ese caso se encuentran Gou Zhongwen, exdirector de la autoridad deportiva, y Tang Renjian, exministro de Agricultura de aquél país. Hasta donde sabemos, China es conocido por tener una política de cero tolerancia  con la corrupción, y su presidente ha hecho de la lucha contra la corrupción una prioridad en su mandato.

Al ver estos datos recuerdo lo que alguna vez escuché de nuestro líder nacional el ingeniero Aquiles Córdova Morán y que espero haber entendido correctamente. Al hablar de la corrupción él decía que este mal –que consiste en buscar y obtener un ingreso económico indebido valiéndose de un cargo público-, es algo consustancial al modelo capitalista de producción, es uno de los razgos que lo caracterizan y, por lo tanto, no se puede erradicar si no se erradica primero el sistema económico que le da vida; es decir, si no se cambia primero el sistema capitalista.

En el Capitalismo, el dueño de una empresa siempre persigue la máxima ganancia, porque si no lo hace, está condenado a dejar de crecer, a acumular pérdidas y finalmente desaparecer; por esta razón el capitalista buscará siempre incrementar sus ganancias por todos los medios legales posibles, y cuando estos medios legales se le acaban, buscará otras vías que le permitan seguir creciendo y evitar la muerte de su negocio. Ésta sociedad también privilegia al que tiene dinero proporcionándole “status” y un trato especial. Por eso, esta mentalidad que nos inunda y que absorbemos por todos nuestros poros, también se transmite no solo a los funcionarios públicos, sino a toda la sociedad; así se explica porqué una persona, tan pronto es nombrada por su comunidad Presidente de Padres de familia en una escuela, o representante de su comunidad, ejido o barrio, inmediatamente se pondrá a maquinar la forma de quedarse con los recursos pocos o muchos que le tocará manejar, y se inventará todo tipo de argumentos para validar algún faltante, o en el último de los casos se justificará diciendo que él o ella sacrifica su tiempo y su hígado por los malos ratos que le hace pasar la gente malagradecida que no sabe reconocer su esfuerzo. Y si esto se da en un cargo pequeño o insignificante, con mayor razón se da en los niveles superiores de la política, desde regidores y presidentes municipales, hasta diputados, senadores, gobernadores y presidentes de la República.

Aunque, en honor a la verdad, también hay gente honesta y honrada que, como dijo Salvador Díaz Mirón “cruzan el pantano y no se manchan”, por todo lo que aquí he dicho, nosotros como organización siempre dijimos que las promesas que se pregonaron a los cuatro vientos de acabar con la corrupción, no era mas que una tomadura de pelo. Era una redonda y vil mentira, porque se estaba planteando acabar con la corrupción pero sin cambiar ni un milímetro  el modelo económico en que vivimos.

Al final, el tiempo nos ha dado la razón. Ahí tenemos los noticieros que diariamente nos informan de enriquecimientos indebidos, de desfalcos millonarios, de empresas que cobran pero que no existen, de dinero que se gastó pero que nunca se hizo ninguna obra, o que se hizo tal tren o tal refinería, pero que se acabó el dinero y la obra aun no está terminada, etcétera, etcétera. 

Y es aquí donde hay que comparar lo que hace China con los corruptos y lo que hacen otros países, incluido el nuestro. Mientras que en otros países, lo peor que le puede pasar al corrupto es un desprestigio en los medios de comunicación, y todo se reduce a un escándalo mediático sin que haya poder humano que obligue a abrirle una carpeta de investigación e imponerle siquiera el castigo de cárcel, y en el mejor de los casos hasta es premiado con nuevos y más elevados cargos; o como el indulto que acaba de autorizar Donald Trump a favor del ex presidente de Honduras Juan Orlando Hernández para sacarlo de la cárcel a pesar de estar condenado a 25 años de prisión y ser un delincuente confeso, China, en cambio, tratándose de un problema complejo y de difícil  erradicación, se esfuerza por cortar el problema de raíz aplicando la pena de muerte a los que incurren en esa falta grave, al mismo tiempo que trabaja por crear las condiciones para un nuevo modelo económico. 

Por todo lo anterior, y tomando en cuenta la actitud que asumen nuestros gobernantes ante el problema que venimos comentando la pregunta cabe ¿realmente se quiere combatir la corrupción?


 

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