Corría el año 2000, año lleno de esperanza pues todos, o por lo menos la gran mayoría, creía que algo bueno iba a llegar con el inicio de un nuevo siglo. Su servidor y amigo apenas contaba con quince años y me encontraba en una lucha estudiantil en el estado de Chiapas. Desde aquel hermoso estado miles nos enteramos de lo que ocurría en Chimalhuacán, municipio del oriente del Estado de México. Era increíble todo lo que se transmitía, pero las noticias solo relataban una parte, la verdad y el trasfondo era aun más increíble.
El 18 de agosto de 2000 representó un punto de inflexión en la historia de Chimalhuacán, municipio hundido en la pobreza, donde las familias vivían entre el lodo y la basura y, algo peor, bajo el cacicazgo de Guadalupe Buendía (?), conocida como “La Loba”.
Por más de veinte años Chimalhuacán a nivel nacional fue ejemplo de cambio, de cómo la combinación de organización popular, un proyecto bien definido, visión social y voluntad política puede transformar un territorio marcado por rezagos históricos.
Los cimientos de ese pasado oscuro comenzaron a desmoronarse desde esa fecha, dando paso al liderazgo del antorchista, biólogo Jesús Tolentino Román Bojórquez, quien desde hacía muchos años atrás encabezó las demandas de los ciudadanos, los organizó, los educó y los llevó al triunfo, todo esto de la mano de los activistas integrantes del Movimiento Antorchista en Chimalhuacán.
En los años del dominio de “La Loba”, las colonias populares eran gobernadas mediante la imposición, con asentamientos irregulares direccionados desde el poder local. La venta de cargos, control de recursos y represión fueron constantes.
La llegada del biólogo Tolentino Román, respaldado por la organización en la que milita desde muy joven y por diversas organizaciones sociales, que conformaban el emblemático Proyecto Nuevo Chimalhuacán, representó la esperanza de una transformación estructural, impulsada desde la base social organizada.
Las grandes conquistas del pueblo nunca han sido fáciles y ésta no sería la excepción, “La Loba” no cedió sin resistencia: sus seguidores dispararon e hirieron a noventa y ocho militantes y asesinaron de forma cobarde a diez familias antorchistas, fue ese arrebato violento el que evidenció la urgencia del cambio y el coraje del pueblo por recuperar su dignidad.
Y no está de más decir que con todo respeto escribo esta colaboración, por las mujeres y hombres que dieron la vida para que Chimalhuacán tuviera un nuevo rostro, y eso nadie lo debe olvidar.
A partir de ese momento, nuestro compañero Jesús Tolentino inició una obra impresionante de recuperación urbana y social: limpieza masiva de calles, retirada de toneladas de basura, pavimentación, instalación de redes de agua potable y drenaje, creación de escuelas, aulas y pozos. Todo diseñado desde la participación activa de la población organizada, con mujeres al frente, convocando al pueblo a ser protagonista de su destino.
Por más de veinte años Chimalhuacán a nivel nacional fue ejemplo de cambio, ejemplo de cómo la combinación de organización popular, un proyecto bien definido, visión social y voluntad política puede transformar un territorio marcado por rezagos históricos. Todos los antorchistas poníamos a este municipio, junto con Tecomatlán, Huitzilan de Serdán, Ixtapaluca y otros más, como lo que Antorcha quiere construir en todo el país.
Pero ese gran paso al desarrollo se vio truncado con la política populista y engañosa de Morena. Ese discurso del expresidente Andrés Manuel López Obrador, de “Primero los Pobres” y de becas para todos los “ninis” hizo eco en la población chimalhuaquense, especialmente en los jóvenes que no vivieron el proceso de transformación, no vivieron el antes y solo disfrutaban lo nuevo, pero sin costo de lucha social. La vieja guardia se acababa y los nuevos se fueron por lo fácil.
La llegada en 2022 de Xóchitl Flores Jiménez, alcaldesa emanada de Morena, lejos de consolidar el avance social, ha sido caracterizada por un deterioro acelerado en seguridad, servicios y gobernabilidad. En apenas años, Chimalhuacán ha escalado entre los municipios más violentos del Estado de México: con altas tasas de homicidio, robos con violencia y violaciones.
La percepción ciudadana también se ha desplomado: entre el 70 y el 80 % de la población se siente insegura, lo que convierte al municipio en un espacio donde el miedo vuelve a reinar.
Hace apenas unos días se rindió homenaje, como cada año, a nuestros mártires de Chimalhuacán, evento que representa un faro de esperanza, pues aun no se apaga la llama de lucha, aun miles de ciudadanos quieren regresar al sendero del desarrollo y del progreso.
A los habitantes del municipio de Chimalhuacán los invito a que no olviden a quienes dieron su vida para que ahora vivan en mejores condiciones. Ya pueden contrastar quién gobierna mejor, los hechos son innegables y necesitan regresar al camino del progreso.
A mis compañeros antorchistas hago un llamado a no olvidar esta fecha, a no olvidar la gran transformación de este municipio de la zona oriente y, aunque ahora gobierna Morena, lo hecho por Antorcha y sus grandes líderes, nadie, nadie lo puede negar y borrar. Por todos nuestros caídos, nosotros seguiremos, siempre, siempre de pie.
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