En estos últimos días hemos visto grandes manifestaciones de agricultores que exigen que haya un mejor precio para sus productos, principalmente de maíz, sorgo y otros granos básicos. La producción del maíz ha sido un sector de los más vulnerables en el precio de venta en comparación con otros cultivos como el aguacate, la guayaba, las frutillas, etc.
México es un país que consume grandes cantidades de maíz, tanto para consumo humano como para forraje, sin embargo, no ha logrado producir lo que requiere el mercado nacional y, lejos de proponer alternativas que contribuyan a aumentar la productividad, el gobierno federal ha optado por importar el grano de otros países, principalmente de Estados Unidos. El medio nacional La Jornada el 17 de septiembre publicaba: “Aumentan las importaciones de maíz en 2025; suman 16.8 millones de toneladas”; y explica: “Según datos de la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), recopilados por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), en los primeros ocho meses del año se han importado 16 millones 800 mil toneladas de maíz (…) Históricamente México ha sido autosuficiente en maíz blanco (…) pero de acuerdo con las cifras de la ANAM, este año, en el periodo antes señalado, las importaciones de maíz blanco han tenido una fuerte variación de 268 por ciento al pasar de 210 mil toneladas a 760 mil toneladas, una cantidad nunca antes vista”.

Lo anterior muestra que la demanda de maíz aumentó, pero no fue abastecida por la producción nacional, sino, mediante importación de grano estadounidense. México ha dejado de cubrir su mercado interno y por ende, la soberanía alimentaria se puso en riesgo; además, este mercado está siendo arrastrado por las políticas comerciales extranjeras. Con la importación y las políticas comerciales del T-Mec, el precio nacional se depreció con la entrada de granos estadounidenses, colocando a los productores nacionales en una situación difícil al tener un precio de venta menor al costo de producción. De aquí se desprenden las grandes manifestaciones y los bloqueos en carreteras y autopistas en varios estados del país, sobre todo del área del Bajío (Guanajuato, Jalisco y Michoacán).
La pregunta obligada es ¿Qué ha pasado con el campo mexicano y su producción nacional? Cada año vemos cómo aumentan los precios de las mercancías en todo el país, con ello los costos de los insumos que se requieren en la producción del maíz; renta de maquinaria, jornaleros, los fertilizantes y agroquímicos, la semilla, son algunos de ellos. Los altos costos y el bajo precio de venta hacen difícil el mantener la producción, por lo que se desincentiva a los productores, sobre todo a los que no cuentan maquinaria y a los que no tienen agua para regar sus cultivos.
“Aproximadamente son 55 mil 500 pesos de inversión por hectárea para garantizar un rendimiento de 10 toneladas por hectárea. Y con un precio actual de cinco mil 300 pesos, no salen las cuentas (…) Por eso es el reclamo de una nueva política de desarrollo productivo que garantice la autosuficiencia alimentaria o estamos listos para generar una gran revuelta nacional pacífica” ha dicho a los medios de comunicación el dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), Álvaro López Ríos.

Y tiene razón, se necesita una nueva política que permita que México sea autosuficiente en los alimentos, no solo del maíz, de cereales, sino de todos los que conforman la canasta básica: azúcar, leche, huevo, carne de res, cerdo y pollo, así como frutas y verduras, entre otros; somos pues un pais que su alimentación depende de la producción extranjera a pesar de tener grandes extenciones de tierra cultibable y una alta diversidad de climas.
El campo mexicano se encuentra atado de pies y manos; hay condiciones para que aumente la producción y nos ecaminemos a la autosuficiencia alimentaria, sin embargo, tenemos un gobierno que no tiene esta meta como prioridad; prefiere continuar con la política de abastecer la demanda nacional con mercado extranjero en lugar de diseñar e implementar una política que incentive a los campesinos y haya un apoyo real al campo. De no cambiar esto, seguiremos tropezando con lo mismo.
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