Más de 56 comunidades viven expuestas a descargas tóxicas sin control
Aguascalientes, Ags. El río San Pedro, considerado el sistema hidrológico más importante del estado, atraviesa una crisis severa. Su cauce, que abastece y recarga al acuífero que nutre a la zona metropolitana de Aguascalientes, está altamente contaminado, generando graves riesgos para la salud pública, el ecosistema y la seguridad hídrica de la región.
De acuerdo con el Colegio de Geólogos de Aguascalientes y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en 2023, el río recibe cerca del 90 % de las aguas residuales sin tratar que se generan en la entidad, tanto de origen doméstico como industrial y agropecuario. Esta situación convierte al San Pedro no sólo en el río más contaminado del estado, sino en uno de los más deteriorados a nivel nacional.
El Programa de Monitoreo de Calidad del Agua de Conagua, publicado en 2024, señala que en varios tramos del río los niveles de coliformes fecales, plomo, mercurio y arsénico superan los límites permisibles establecidos en la NOM-001-SEMARNAT-2021. Esto evidencia la infiltración de metales pesados y patógenos en los mantos freáticos, lo cual representa una amenaza directa a la salud de la población que consume agua subterránea.
El San Pedro recorre seis municipios, incluyendo la capital del estado, y a lo largo de sus márgenes viven más de 56 comunidades, que agrupan a cerca de 800 mil personas —el 80 % de la población estatal—. Muchas de estas comunidades, especialmente en zonas periurbanas, están expuestas a descargas sin tratamiento, contaminación por lixiviados y proliferación de vectores de enfermedad.
Estudios del Instituto de Servicios de Salud del Estado de Aguascalientes (ISSEA) en 2023 muestran un preocupante incremento en enfermedades renales, hepáticas, gastrointestinales y cutáneas, sobre todo en colonias cercanas al cauce del río. En ese mismo año, por ejemplo, se reportaron 1 mil 200 casos nuevos de insuficiencia renal crónica en el estado, y zonas como el oriente de la capital concentran los mayores registros.
Frente a este panorama, organismos civiles, académicos y grupos ambientalistas han exigido un plan integral de saneamiento, rescate ecológico y reforestación de la cuenca. Dichas acciones deben incluir el tratamiento obligatorio de aguas residuales, la clausura de descargas ilegales, el monitoreo constante de la calidad del agua y una estrategia educativa que promueva la corresponsabilidad social y ambiental.
Si no se actúa con urgencia, el deterioro del río San Pedro podría convertirse no sólo en un desastre ecológico, sino en una crisis sanitaria de mayores proporciones.
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