Regresarán un día…
Explicamos en la colaboración anterior la creación de Antorcha Campesina como una necesidad del pueblo tecomateco ante la difícil situación que enfrentaba en su vida diaria. Recordamos cómo el nacimiento de nuestra querida organización costó su cuota de muerte, pues el cacicazgo en el municipio, en la región, en el estado y en el país intentaron impedir su surgimiento. No lo lograron, pues el 6 de junio de 1982 fueron derrotados junto con sus pistoleros.
Aunque los mexicanos votaron por el reformismo morenista, el pasado primero de junio hubo una respuesta clara y contundente de que el hartazgo está ahí presente.
He querido recordar esto porque esta no es una cita más en el “Panteón Municipal” de Tecomatlán, ante nuestros mártires, en esta cita de rendición de cuentas. La realidad que vivimos nos dice, nos exige, que no sea una cita más.
He iniciado diciendo que se cumplen 51 años de la creación de Antorcha Campesina y he dicho que los campesinos tecomatecos la crearon, pero una gran mayoría de los aquí presentes sabemos que eso fue posible gracias a la actividad, al trabajo y a la visión producto de la formación científica de los fundadores de una organización superior, que cumple 53 años.
Esta organización superior científica es la síntesis más elevada de la sociedad (como se nos explicó magistralmente en la celebración de los 25 años de la revista Buzos y Al fondo) y cuenta con el Científico Social, con el “político científico” más preparado y claro en el camino a seguir para transformar a nuestra patria: por su enorme labor intelectual y científica y su ingente esfuerzo metódico en su formación marxista-leninista, ¡el ingeniero Aquiles Córdova Morán!, quien ya nos ha dado el análisis y la tarea, el ¿Qué hacer?, bajo la coyuntura actual del mundo, de México y de nuestra querida organización.
La crisis de 2008, que estalló en los Estados Unidos de Norteamérica y cuyos efectos seguimos viviendo, la concentración absurda de la riqueza, la gran desigualdad que esto ha generado, producto del desarrollo del sistema de producción capitalista que se encuentra en su fase terminal.
Sumando a esto la mortandad de millones a nivel mundial por covid-19, con toda su secuela económica de pérdida de empleo, que arrojó a la calle a millones de trabajadores. Todo lo anterior ha generado un hartazgo en el pueblo trabajador a nivel mundial.
No olvidemos que la Primera Guerra Mundial (con más de 10 millones de muertes) produjo el surgimiento del primer país gobernado por los trabajadores: Rusia, y en seguida la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), como también ya se nos explicó.
Tampoco olvidemos que la Segunda Guerra Mundial (con 70 millones de muertes) generó doce estados gobernados por los trabajadores. Esta mortandad provocada por la pandemia, de 29 millones (Gonzalo Fanjul, El País, 12 de febrero de 2024), junto con la crisis del capitalismo, que se encuentra en su fase terminal, han generado condiciones de cambio y revolución. Así se explica lo que está pasando alrededor del mundo, y por lo tanto en América, México y Latinoamérica.
En nuestro país, esta situación llevó a los mexicanos a votar por el reformismo morenista; sin embargo, el pasado primero de junio hubo una respuesta clara y contundente de que el hartazgo está ahí presente. Que el pueblo, falto de educación política pero deseoso de una mejora, de un cambio a su situación, ha buscado y sigue buscando un camino verdadero.
La cita de hoy es distinta porque en estos 50 años hemos cubierto la geografía nacional, los 32 estados, porque nos convertimos —dijo el maestro Aquiles— en unas chuchas cuereras en la gestión, transformando la realidad de cientos de municipios y por ende del país, como lo describí al inicio.
Pero esto nos llevó erróneamente a poner en segundo plano la tarea principal: “la politización de la gente”. Logramos conquistar el poder político en varios estados y pudimos mostrar a propios y extraños cómo la unidad puede cambiar la realidad. Nuestro error fue pensar que lo hecho hasta ahora bastaba para elevar la conciencia de las masas y que estas comprendieran que la tarea es la toma del poder político, y que para ello hay que construir el arma política capaz de lograrlo: el partido científico, es decir, el partido marxista-leninista.
Esto nos llevó a preocuparnos por el crecimiento cuantitativo de nuestro movimiento, descuidando su desarrollo cualitativo, descuidando la politización.
Y nos dice el maestro Aquiles: debemos estar atentos, ser capaces de ver y valorar lo que la realidad nos está diciendo; nos está recordando que la cantidad sin la calidad, o, mejor dicho, sin la suficiente calidad, no nos permite derrotar al enemigo.
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