El problema de la migración se deriva, como todos sabemos, de la falta de empleo y buenos salarios en nuestro país; eso provoca que la gente busque fuera de nuestras fronteras el sustento que le niega el gobierno mexicano, al no contar con una política seria para generar los espacios de trabajo que sus habitantes necesitan.
Pero evidentemente, el país imperialista que tenemos en el norte no nos va a recibir con los brazos abiertos, no nos va a conceder más que los puestos de trabajo más ingratos y, encima de eso, jamás nos va a considerar como uno de ellos.
Ante los ojos del imperialismo, nuestros paisanos siguen siendo vistos como una fuerza de trabajo descartable, no como ciudadanos con derechos.
Nos acepta y nos tolera porque la mano de obra mexicana y la de otros países latinoamericanos es la más barata y la más esforzada, y por lo tanto le puede extraer la máxima ganancia.
Esta amarga verdad muchas veces se nos olvida, y cuando se lanzan rumores de que los Estados Unidos pretende intervenir en México en cuestiones económicas y políticas que sólo corresponden a los mexicanos, muchos aplaudimos y hasta deseamos que eso suceda.
Sin embargo, acciones como las redadas masivas que está llevando a cabo el gobierno de Donald Trump funcionan como un balde de agua fría para volvernos a nuestra realidad, para que nos demos cuenta de que los imperialistas nunca nos verán como sus iguales. Quieren nuestras riquezas naturales, quieren nuestra fuerza de trabajo, pero no nos quieren como ciudadanos con pleno derecho en ese país.
Hoy vemos cómo, después de que muchos de nuestros paisanos han dejado allá lo mejor de su juventud y de sus energías, los tratan como delincuentes: les avientan bombas de humo, los esposan, los golpean y los encarcelan; y lo peor de todo, los separan de sus seres queridos, sin importar que muchas veces sean menores de edad.
A los estadounidenses no les importa si tienen hijos pequeños o llevan varios años de residencia; es más, en muchas ocasiones se dice que los han detenido sólo por el aspecto físico, haciéndonos sentir su racismo, que nunca han dejado de tener en contra de nuestra gente.
Desgraciadamente, si alguna vez olvidamos la verdadera naturaleza de la mentalidad de los imperialistas, estos violentos ataques contra los migrantes nos hacen recordar —a la mala— que ante sus ojos no tenemos los mismos derechos. Ante esta situación, es conveniente subrayar que nuestros paisanos son seres humanos con derechos reconocidos en los tratados internacionales firmados por el propio Estados Unidos, y como tales seres humanos deben ser tratados.
Hace unos días, el periódico Tabasco Hoy nos daba a conocer que ya van más de mil 100 los deportados que han sido víctimas de Donald Trump, aventándolos literalmente de este lado de la frontera, sin ningún tipo de consideración y sin que el gobierno local le dé seguimiento a esos casos.
Tan sólo en lo que va del primer trimestre de este año 2025, más de ciento ochenta tabasqueños, menores de edad y jóvenes sin antecedentes penales de entre dieciséis y veinticuatro años, han sido repatriados solos y sin ningún tipo de apoyo.
Por otro lado, Novedades Tabasco, en su portada de hoy 23 de junio de 2025, indica:
“Se estima que desde el 20 de enero, al país han llegado un total de 56 mil 298 paisanos, repatriados desde los Estados Unidos. De los cuales 12 mil 183 han llegado vía aérea al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y los aeropuertos de Villahermosa y Tapachula”.
Por todo lo hasta aquí dicho, es necesario solidarizarnos con los trabajadores migrantes y protestar organizada y enérgicamente en contra de la criminalización y el trato inhumano en contra de ellos; unidos bajo una sola bandera, debemos exigir ya un alto a las redadas y la persecución por parte del gobierno estadounidense y pedir un alto a la violencia contra millones de personas de México y otros países subdesarrollados.
Desde este modesto espacio, llamo a quienes tengan la oportunidad de leer estas líneas y a los trabajadores de México y del mundo a que nos unamos en la denuncia contra el verdadero mal de este continente, a que luchemos contra el verdadero obstáculo que impide el desarrollo de los pueblos: el imperialismo norteamericano.
Al mismo tiempo, los invito a construir un partido de nuevo tipo, que sea capaz de llevar al poder a un verdadero representante de las clases oprimidas, para que, con todo el respaldo de las masas populares, sea capaz de resistir los embates de ese imperialismo y defender los derechos del pueblo mexicano en el ámbito nacional e internacional.
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