Los migrantes en Estados Unidos están siendo víctimas de la más clara y rabiosa expresión del imperialismo, encarnizado por el gobierno de Donald Trump.
El discurso institucional en los últimos tiempos se ha basado en hacer creer que la migración mexicana hacia Estados Unidos ha venido disminuyendo, gracias a la reducción de la pobreza y también porque existen mejores oportunidades de empleo y bienestar.
La migración no es el problema, sino el resultado de políticas que condenan a millones a vivir sin opciones dignas en su propio país.
Nada más falso que esto, pues la migración mexicana, sobre todo hacia Estados Unidos, al contrario de los datos expuestos por el gobierno en turno, demuestra que ha aumentado, y los males que la propician son, en primer lugar, la pobreza, sin olvidar otros factores como la desigualdad, el desempleo, el difícil acceso a los sistemas de salud, el rezago educativo, la carencia de seguridad social, la inseguridad y la falta de vivienda.
Todos estos males afectan a las familias mexicanas, que toman la terrible decisión de que el jefe de familia emigre al país vecino en busca de las oportunidades que en su país le son negadas.
Millones de familias mexicanas sobreviven gracias a las remesas que les envían los ausentes, ya que estas representan su principal fuente de ingresos.
Esta es una realidad muy triste para México. No es verdad que las cosas hayan mejorado, no es verdad que las familias mexicanas vivan mejor. La situación cada día se vuelve más complicada, y más porque esta válvula de escape se está cerrando, ya que las amenazas hechas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde su campaña, se están cumpliendo.
Ya no sólo son las declaraciones de que impediría a toda costa que los migrantes —entre ellos mexicanos, a quienes incluso ha comparado con monstruos y animales— pisen territorio estadounidense, sino que ahora su consigna es deportar de forma violenta a los inmigrantes de su país. Esto porque necesita ejecutar lo que prometió para mantener cautivos a sus seguidores.
Y la prueba más difícil es la que hemos podido conocer recientemente: el 6 de junio, Trump ordenó en Los Ángeles, California, violentas redadas contra migrantes, en una verdadera cacería humana que evidencia el trato irracional e injusto de las autoridades estadounidenses, primero con las detenciones, deportaciones y, como consecuencia, la separación de niños de sus padres.
Estas redadas, los agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) las llevan a cabo en espacios públicos con el fin de localizar y deportar a personas sin documentos de residencia válidos, o los detienen directamente en la calle.
Ante esta clara violación a los derechos humanos, miles de ciudadanos han salido a las calles para protestar por esta cacería de migrantes ejecutada por Donald Trump, pero han sido reprimidos con gases lacrimógenos, disparo de municiones o han sido arrestados.
“El presidente Donald Trump envió 2 mil efectivos de la Guardia Nacional en Los Ángeles para detener las manifestaciones contra las redadas migratorias” (Expansión, 8 de junio de 2025).
“Cuando manifestantes marcharon en Washington D. C., Trump tuiteó que si hubieran irrumpido en la Casa Blanca habrían sido recibidos con los perros más feroces y las armas más siniestras que jamás hayan visto” (BBC News, 13 de junio de 2025).
Desde hace tiempo Donald Trump ha hablado de usar la fuerza militar para reprimir manifestantes que protesten contra sus políticas y su presidencia. En esta ocasión, Los Ángeles le dio la oportunidad para cumplir sus dichos.
“En un mensaje publicado en su red social Truth, Trump hizo un llamado a las agencias federales a hacer todo en su poder para cumplir con el programa de deportaciones más grande de la historia. Añadió que, para lograr el objetivo, se deberán expandir los esfuerzos para detener y deportar a los foráneos ilegales en las ciudades más grandes de Estados Unidos, como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, donde millones y millones de foráneos ilegales residen” (BBC News Mundo, 16 de junio de 2025).
Millones de voces condenamos y repudiamos la violencia orquestada por Trump, porque los migrantes que buscan siempre mejores condiciones de vida no son el peligro. El verdadero peligro es la política antiinmigrante, las medidas económicas y las guerras.
Además, la base de todos estos problemas es precisamente el sistema económico imperialista, protagonizado por Estados Unidos, que empobrece, mata, explota y genera caos en el mundo entero.
Ante estas arbitrariedades, es necesario despertar la conciencia de los seres humanos para poder observar, con estas acciones, el verdadero rostro de la bestia imperialista y cómo esta enseña los dientes y muerde a quien siente que le estorba, como son los migrantes, que en Estados Unidos ascienden a 47.8 millones de personas, de los cuales 12 millones son mexicanos.
Claro está que Estados Unidos no realizaba estas acciones entre las décadas del 40 y 50, pues en ese entonces pidió a México miles y miles de braceros para mover su industria, los campos y todos los sectores de la producción. Y ahora que no los necesita, como perro de caza los está deportando y persiguiendo con métodos fascistas, como animales.
Debemos unir nuestras voces de protesta en contra de las violentas redadas contra migrantes, pero, sobre todo, exigir al gobierno de nuestro país mejores condiciones para los habitantes de México.
No es posible que sigan y sigan marchando compatriotas porque aquí no encuentran salida a todos los miles de problemas que nos aquejan. Esa debe ser su política hoy: no permitir más que ningún mexicano se marche del país, porque aquí, en su patria, deben encontrar empleo y todo lo necesario para vivir una vida decorosa.
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