A todos nos consta que en los últimos días, con motivo de la llegada de las lluvias que vienen aparejadas con la elevación de la temperatura ambiental, misma que obliga a las familias a intensificar el uso de electrodomésticos como ventiladores, aires acondicionados y diversos aparatos de refrigeración, se acrecienta de manera proporcional el consumo de energía eléctrica; esta situación provoca, como consecuencia, que el tendido eléctrico y los transformadores más deteriorados colapsen por la falta de mantenimiento.
El suministro del fluido eléctrico es cada vez peor; esa es la razón por la que el pasado 24 de marzo varios estados del sureste de la república, como Yucatán, Quintana Roo, Campeche y Chiapas, se vieron afectados por un apagón masivo.
Son muchos los casos en que nos enteramos de que tal o cual colonia de la periferia o incluso de la ciudad capital sufrió un apagón en mitad del aguacero debido a las tormentas eléctricas, o que sufrió la explosión del transformador. Sin embargo, lo peor no es eso, sino el hecho de que los habitantes de ese lugar tienen que esperar varias horas y, a veces, días enteros para el restablecimiento del servicio.
Particularmente en Chiapas, estos cortes de suministro se han registrado en Berriozábal, Chiapa de Corzo, Suchiapa, Tuxtla Gutiérrez y Tila durante la última semana, afectando a más de una docena de colonias en la capital del estado. Es sabido que, en la propia cabecera municipal de Pantepec y otras comunidades más alejadas, el restablecimiento del servicio dura hasta diez días.
A todo mundo nos consta, aunque no conozcamos las cifras oficiales, que este fenómeno de los apagones es cada vez más recurrente y cada vez más prolongado el tiempo que hay que esperar para la reactivación de la energía eléctrica.
A causa de este problema, las familias sufren pérdidas de aparatos eléctricos, de alimentos perecederos o de medicamentos que requieren refrigeración. A los pequeños negocios se les echa a perder la mercancía, se queman los refrigeradores y una larga lista de problemas, con lo cual se pierde, no pocas veces, todo el pequeño capital invertido en un negocio familiar, quedando en ocasiones en la ruina total.
En conclusión, el suministro del fluido eléctrico es cada vez peor; esa es la razón por la que el pasado 24 de marzo del presente año varios estados del sureste de la república, como Yucatán, Quintana Roo, Campeche y Chiapas, se vieron afectados por un apagón masivo, derivado de la falta de mantenimiento de gran parte de la infraestructura eléctrica, evidenciando un abandono de por lo menos seis años.
Esto significa que el problema, lejos de encaminarse hacia una solución, lo que estamos viendo es que avanza, pero a la ruina total: para sustentar lo que aquí afirmamos, presentamos los datos que publican medios como la revista Forbes, los cuales demuestran que, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la que antes era una “empresa de clase mundial” empeoró su desempeño.
Durante el tercer trimestre de 2019 tuvo una caída del 73 % en sus ganancias; mientras que en 2021 perdió –de acuerdo con Buzos de la noticia– 106 mil 260 millones de pesos; en 2022 la pérdida fue de 15 mil 666 millones y de 271 mil 574 millones de pesos en 2024; todo esto, a pesar de haber ganado antes de la llegada de AMLO 76 mil 256 millones en 2016 y 107 mil 910 millones en 2017.
En este mismo sentido, y completando el negro panorama, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) reconoce haber recibido más de mil 600 quejas en los últimos cuatro años por el mal servicio y cobros indebidos de la empresa.
Cualquiera que viva en las colonias populares o en las comunidades marginadas sabe que eso es cierto, ya que se ha demostrado que la paraestatal llega a cobrar montos por arriba de los 3 mil pesos en humildes chozas donde sólo se iluminan con un foco, carecen de aparatos eléctricos y, por lo regular, viven adultos mayores.
Son zonas en las que prácticamente la luz es innecesaria durante el día, pero, aun así, el cobro es excesivo. A pesar de ello, la Comisión Federal no perdona, y el usuario, en este caso adultos mayores o personas de escasos recursos, tiene que acordar un convenio con la CFE para pagar una supuesta deuda que no coincide ni con el consumo de la energía ni con la forma de vida de quienes habitan esas precarias viviendas. Con la agravante de que esos 3 mil pesos pueden variar y llegar hasta los 15 a 30 mil pesos.
En cambio, cuando se trata de grandes empresas, el trato es muy diferente. Para demostrarlo, solo pondremos un ejemplo: de acuerdo con el periódico El Financiero del 1 de julio de 2022, la CFE pagó una indemnización de 270 millones de dólares, que equivale a más de 5 billones 183 mil millones de pesos mexicanos, a un grupo de tres empresas: una china llamada Sinohydro y dos mexicanas, Grupo Omega y Grupo Caabsa.
El pago fue porque esas empresas ganaron la licitación para construir aquí en Chiapas una planta hidroeléctrica conocida como Chicoasén II, pero se suspendió; y el gobierno mexicano, en tiempos de López Obrador, tuvo que indemnizar.
Todo esto nos demuestra dos cosas: primero, que, aunque se diga que la Comisión Federal de Electricidad es una empresa de los mexicanos, trata con la punta del pie a los más pobres; en cambio, a las grandes empresas nacionales y extranjeras les regala dinero por hacer nada.
Segundo, que nuestros gobernantes, aunque dicen luchar por la soberanía energética para que ningún extranjero nos quite lo que es nuestro, en los hechos y en la práctica están dejando caer a pedazos esa empresa que es de los mexicanos para que, de una vez, se vaya a la ruina y, después, poder venderla a precio de regalo sin que nos demos cuenta, a los grandes capitalistas de México o de otras partes del mundo.
Quienes no crean esto que aquí les decimos, vean lo que está pasando con otra empresa del Estado que es Petróleos Mexicanos. Hace dos días se dio a conocer cómo uno de los hombres más ricos de México, el ingeniero Carlos Slim, invirtió más de 2 mil millones de dólares en la empresa Talos Energy para convertirse en el socio principal de Pemex.
Sin embargo, ya en 2023, durante la administración de AMLO, había comprado dos yacimientos petroleros por la cantidad de 530 millones de dólares, y mil 200 millones más para explotar un yacimiento de gas en el Golfo de México.
Por todo lo anterior, se hace urgente fortalecer la unidad del pueblo mexicano, para que, llegado el momento, tengamos la fuerza suficiente para levantar este país y poner de pie a ese gigante que es el pueblo organizado; sólo así podremos detener su caída, sólo así podremos recuperar la soberanía energética que están destruyendo los mismos que prometieron rescatarla.
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