MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Urge defender soberanía ante amenazas de Estados Unidos

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La sombra agresiva de Estados Unidos, bajo la impronta guerrerista que marcó la era de Donald Trump y que persiste en su política exterior, se cierne de manera preocupante sobre México. Lo que durante años fue un vecino incómodo pero predecible hoy exhibe una peligrosa tendencia a señalar a nuestra nación como un “país adversario” y “peligroso”, utilizando esta narrativa como justificación para una escalada de presiones y amenazas que atentan directamente contra nuestra independencia y soberanía.

Mantener al pueblo desinformado y desmovilizado sobre las amenazas externas y la sumisión gubernamental ante ellas es, en sí mismo, un acto de traición a la soberanía nacional.

Las señales de esta hostilidad son claras y múltiples:

Las constantes amenazas de imponer aranceles unilaterales, más allá de ser herramientas económicas, son actos de coerción política. Buscan doblegar la voluntad nacional y forzar concesiones bajo la presión del miedo al colapso económico.

La retórica de “combate al narcotráfico” y la persecución de delincuentes, repetidas hasta el cansancio, sirven cada vez menos para ocultar la verdadera intención: justificar una mayor injerencia en los asuntos internos de México. Son un caballo de Troya para la intervención.

La presencia recurrente de buques de guerra estadounidenses, los temibles “destructores”, que merodean en aguas territoriales o en la zona económica exclusiva mexicana, no es un gesto inocente ni rutinario. Es una demostración de poderío militar, un mensaje intimidatorio dirigido tanto al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum como al pueblo mexicano: “Estamos aquí, podemos hacer más”. Son claros antecedentes de una potencial incursión militar futura.

Estos no son incidentes aislados, sino los síntomas de una enfermedad mayor: la ambición imperialista. Estados Unidos, aunque percibido por algunos como un gigante en declive relativo, sigue siendo la potencia militar hegemónica por excelencia, ávida de controlar recursos y someter a naciones que considera dentro de su esfera de dominio absoluto. México, con su riqueza natural y su posición geoestratégica, es visto como un botín más en este juego de dominación global. El objetivo final es claro: erosionar y finalmente eliminar cualquier vestigio de independencia política y soberanía nacional que aún poseemos, reduciéndonos a un estado vasallo.

Frente a esta amenaza inminente, la respuesta no puede ser la complacencia ni la tibieza. Es profundamente alarmante que, mientras las señales de agresión se multiplican, la política social del gobierno federal parezca enfocada principalmente en mantener un control social a través de programas asistenciales que son las conocidas “tarjetitas”, sin una campaña seria, masiva y urgente para alertar, politizar y concienciar a la población sobre el gravísimo peligro que se cierne sobre la patria. Mantener al pueblo desinformado y desmovilizado sobre las amenazas externas y la sumisión gubernamental ante ellas es, en sí mismo, un acto de traición a la soberanía nacional.

¡Es hora de despertar! ¡Es hora de organizarse!

Hay que alzar la voz, nacional e internacionalmente, contra cada amenaza, cada incursión naval, cada intento de chantaje económico. El silencio es complicidad.

Debemos comprender la naturaleza imperialista de la política estadounidense y sus objetivos reales hacia México. Rechacemos la narrativa simplista que nos venden.

Sólo la unidad y la organización popular masiva, desde las comunidades hasta las organizaciones nacionales, pueden construir un muro de contención frente a la agresión. La defensa de la patria es tarea de todos.

Exijamos al gobierno que abandone la sumisión disfrazada de pragmatismo. Que priorice la defensa clara y firme de la soberanía sobre cualquier interés económico o político coyuntural. Que informe y movilice al pueblo, no que lo adormezca.

México está en la mira. Las amenazas de Estados Unidos no son meras bravatas; son pasos concretos en un camino peligroso que podría desembocar en agresiones mayores. Subestimarlas sería un error fatal. Defender nuestra patria, nuestra independencia y nuestro derecho a decidir nuestro propio destino no es una opción, es una obligación ineludible de todos los mexicanos. ¡La hora de la defensa activa y organizada de la soberanía nacional es ahora!

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