Miles de jóvenes mexicanos terminaron sus estudios de bachillerato en los días pasados. Ahora, se van de vacaciones. Todos esos jóvenes terminan su juventud y comenzarán la vida adulta: lo que decidan hacer o no cada día los afectará de manera positiva o negativa por el resto de su vida. Deben decidir, por ejemplo, si estudiarán en la universidad o si, contrario a lo que quieren, se tendrán que salir de la escuela para trabajar y ayudar a su familia económicamente.
El sistema educativo de México está pensado para formar obreros que soporten vivir con el salario mínimo, que aguanten vivir endeudados o de prestado. México forma trabajadores pobres, humildes y hambrientos.
Sí, son decisiones de ellos, pero lo cierto es que lo que hagan jamás dependerá solamente de lo que ellos quieran, sino más bien de lo que el sistema económico en el que vivimos les permita hacer. Todo depende de las “oportunidades” que nos da el sistema económico en el que vivimos —el capitalismo— representado por el gobierno.
Por ejemplo, la mayoría de los jóvenes mexicanos sueñan con tener una casa muy grande, en una buena colonia, con un carro de lujo y una vida económicamente resuelta; es decir, aspiran a una vida de lujos y riquezas. No saben si el sistema en el que vivimos les dará un buen empleo y un salario con muchos ceros. Lo más probable es que les dé un empleo “de lo que sea”, con un salario de hambre, que es lo común en el estado.
Las cifras actuales sostienen que Puebla se posicionó en el cuarto lugar nacional entre las entidades con los salarios más bajos de los trabajadores: el ingreso promedio mensual es de 8 mil 504 pesos.
Ya estábamos mal, pero el panorama del estado nos dice que vamos a empeorar. Más pobreza, más hambre y más miseria en la sierra, la mixteca y la capital.
Si dividimos 8 mil 500 pesos entre 30 días, eso da un total de 283 pesos para gastar cada día; es decir, lo mismo que el salario mínimo. Los poblanos vivimos con el mínimo. ¿Y qué se compra con 283 pesos? Casi nada: medio se come, medio se viste y medio se vive.
Hace unos días, leí una nota en Forbes que decía: “7 de cada 10 mexicanos que nacen pobres permanecen así toda su vida”. Pero “en el caso del sur de México, el índice aumenta, ya que en esa zona 86 % de la población que nació en hogares pobres permaneció en esa situación a lo largo de su vida”. Así que el “mexican dream” lo destroza la realidad.
Hay quienes sueñan que al terminar la preparatoria entrarán a una de las mejores universidades para estudiar su carrera y ser buenos científicos, artistas o deportistas. ¿En esas universidades hay lugar para todos los que quieren entrar? La respuesta es que no. Se hace un examen y solo algunos lo pasan.
El problema es que se evalúa de la misma manera a los niños de las comunidades pobres o de las colonias pobres, que quizá muchas veces tuvieron que dedicar parte de su infancia y juventud al trabajo práctico para llevar unos pesos a la casa, con niños de otra clase social que siempre tuvieron acceso a los libros, al aprendizaje de los idiomas, a las clases especiales de matemáticas, de español o a los cursos especiales.
La juventud hija del pueblo trabajador tiene desventaja con respecto a quienes son hijos de los grandes adinerados del país. Así que los sueños de estudiar en las mejores universidades también se esfuman para la clase trabajadora.
Según los datos actuales, del 100 % de jóvenes que sale del bachillerato, solo el 48 % entra a una carrera universitaria. El 52 % no ingresará a la universidad, porque en este país no hay lugar para ellos en las aulas, a pesar de que el gobierno dice otra cosa. Y ese 52 %, ¿qué hará? Buscará trabajo, en lo que haya.
¿Por qué sucede esto? Porque el sistema educativo mexicano no está pensado para formar jóvenes que destaquen a nivel mundial en las ciencias naturales, en las ciencias sociales, en la literatura, en la arquitectura, en la ingeniería, que hagan descubrimientos en medicina o en química, ni que sean artistas de renombre internacional en el teatro, en la danza o en la música. No, claro que no.
El sistema educativo no está pensado para formar como genios a nuestros jóvenes. ¿Para qué está pensado nuestro sistema educativo? Para formar obreros trabajadores. Para que sigamos siendo campesinos pobres, para que sigamos siendo asalariados pobres, para que sigamos siendo trabajadores miserables que se dejen someter por el gobierno y por los empresarios, que son quienes nos roban la mayor parte de nuestro salario todos los días.
El sistema educativo de México está pensado para formar obreros que soporten vivir con el salario mínimo, que aguanten vivir endeudados o de prestado. México forma trabajadores pobres, humildes y hambrientos.
¿Y qué hacemos nosotros? En todos los lugares en donde Antorcha llega a hacer trabajo político siempre se impulsa la lucha por la construcción de ludotecas, jardines de niños, primarias, secundarias, preparatorias o escuelas de nivel superior.
Así, hemos logrado en Puebla colonias o pueblos con cadenas educativas completas que tienen un objetivo común: educar a los hijos del pueblo trabajador, a los hijos del campesino o del obrero. Porque un pueblo educado, culto, siempre será un pueblo rebelde, que no se conforme con los pésimos resultados del gobierno.
Por ejemplo, con la 4T sufrimos porque hay desempleo, porque los salarios son de hambre, porque la mayoría de los mexicanos vivimos en la pobreza más insultante (razón por la cual 2 millones 800 mil poblanos se han ido a Estados Unidos a buscar trabajo, lo cual implica que casi un tercio de todos los poblanos vive allá y demuestra que el gobierno estatal es incapaz de hacer que todos tengan un trabajo. Quizá ni siquiera sea un tema de su interés).
Pero no es todo: vivimos con servicios de salud de la peor calidad, con hospitales o clínicas sin médicos, medicinas o que se inundan cuando llueve. Vivimos con el temor de que nos van a asaltar en la ruta o en la combi o en la calle.
En Puebla se ha incrementado el crimen, los asesinatos, las desapariciones, los secuestros y un largo etcétera de delitos, porque el gobierno no hace nada para frenarlos.
Pero el Movimiento Antorchista en Puebla, entendiendo esto y para luchar contra esto, nos dice: organízate y lucha. Así es: nos hemos organizado para luchar contra la pobreza en México y hemos logrado hacer cambios radicales de muchas colonias, comunidades y municipios enteros del país.
Así que miles de jóvenes pobres y humildes, cuando nos conocen, se convencen de nuestra lucha y se aprestan a formar en las filas del activismo y en la dirigencia para organizar al pueblo que, más pronto que tarde, va a hacer una revolución y cambiará a este país.
Estamos educando a esos hombres y mujeres que defenderán la patria y defenderán a los proletarios y trabajadores de México. ¿De quién los debemos defender? De los políticos corruptos, como los de Morena o los de otros partidos políticos, de los empresarios que se roban el dinero de nuestros salarios y que nos explotan todos los días; es decir, debemos defendernos del sistema capitalista, que nos hace pobres porque vive y se aprovecha de nuestro trabajo.
¿Y cómo nos vamos a defender de todos ellos? Sólo hay un camino: organizándonos, politizándonos y luchando como pueblo unido. A eso los llama Antorcha.
Los llamamos a unirnos, a organizarnos, a estudiar para que nadie nos vea la cara y sepamos hacia dónde debemos ir y a luchar contra el mal gobierno, que no nos da obras, o contra los empresarios que nos explotan.
La única forma en que el pueblo se puede defender es la organización y la lucha con el Movimiento Antorchista Nacional.
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