MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Quién gobierna realmente en México?

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Hace unos días, en Palacio Nacional, se reunió la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, con la oligarquía mexicana, encabezada por el multimillonario Carlos Slim y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

La reunión, a puerta cerrada y de más de tres horas, terminó con escuetos comunicados que aparecieron en algunos medios informativos.

La fortuna conjunta de Carlos Slim y Germán Larrea representa aproximadamente el 70 % de la riqueza privada en el país, equivalente a la riqueza de la mitad de la población más empobrecida de América Latina y el Caribe.

La coordinadora del Consejo Empresarial, Altagracia Gómez, comentó a medios que en el encuentro se trataron temas relacionados con el Plan México, la apuesta de la administración de Sheinbaum para impulsar el mercado interno.

La mandataria federal, en un comunicado publicado en su cuenta de la red social X, afirmó: Recibimos en Palacio Nacional a empresarias y empresarios; están optimistas por la situación económica de México y comprometidos con nuestro país.

Marcelo Ebrard, secretario de Economía, que también estuvo presente, con la cara dura, anunció una inversión millonaria de cuatro farmacéuticas para lograr la “autosuficiencia” y la producción de medicamentos en el país (a la autosuficiencia alimentaria y energética se suma ahora la autosuficiencia de medicamentos: pura demagogia morenista).

Pero ¿quiénes son estos ultrarricos a los que la representante del gobierno federal les tiene que dedicar más de tres horas?

Según un estudio de Oxfam México, titulado El monopolio de la desigualdad,

“La concentración de la riqueza en México es tan extrema que la fortuna conjunta de Carlos Slim y Germán Larrea representa aproximadamente el 70 % de la riqueza privada en el país, equivalente a la riqueza de la mitad de la población más empobrecida de América Latina y el Caribe, alrededor de 334 millones de personas”.

La desigualdad está estrechamente vinculada al poder político, según el reporte de la organización.

El informe detalla que once de los catorce ultrarricos mexicanos han sido beneficiarios de privatizaciones, concesiones y permisos otorgados por el gobierno en las últimas décadas, lo que se traduce en “la transferencia masiva de riqueza de lo público a una pequeña proporción de personas”.

“Las decisiones políticas de las últimas décadas han permitido que una sola persona concentre casi uno de cada veinte pesos de la riqueza de este país”, en referencia al magnate Carlos Slim, quien encabeza la lista de los ultrarricos en el país.

“La fortuna de Slim es equivalente a la de la mitad más pobre de la población, que suma casi 64 millones de personas”.

De acuerdo con el informe, las personas más ricas de México son: Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alejandro Baillères, María Asunción Aramburuzabala, Antonio del Valle Ruiz, Rufino Vigil, Fernando Chico Pardo, Carlos Hank Rhon, Juan Domingo Beckmann, Karen Virginia Beckmann, Roberto Hernández Ramírez, David Peñaloza Alanís y Alfredo Harp Helú.

Curiosamente, los más ricos de la lista fueron directamente beneficiados con privatizaciones y concesiones: Carlos Slim con Telmex, Ricardo Salinas Pliego con TV Azteca, Germán Larrea con Ferrocarriles de México y Roberto Hernández en el sector bancario.

Se explica que estos desequilibrios afectan no solo a la población en general, sino también a las micro, pequeñas y medianas empresas que compiten en un campo aparentemente nivelado, pero profundamente desigual.

La actual situación económica es el resultado de decisiones políticas. Oxfam propone romper la relación de conveniencia entre el poder económico y el poder político en México.

Necesitamos nuevas reglas del juego que reconozcan que la economía es política. Estas reglas deben revitalizar el rol del Estado mexicano para echar atrás y regular los monopolios, poner impuestos a grandes corporaciones y fortunas personales, y reconocer y promover nuevas estructuras empresariales y de propiedad.

En el informe se reconoce que, en los últimos años, ha habido avances en la política social y salarial, que han mejorado la distribución del ingreso. Oxfam explica que en México se ha reducido la proporción de la población en situación de pobreza de 41.9 a 36.3 % y que el salario mínimo ha crecido 65.2 %, entre 2018 y 2022.

Sin embargo, Oxfam asegura: “Esto no es suficiente cuando las reglas del juego para el resto de la población en México siguen siendo muy distintas a las que rigen a los ultrarricos”.

En el informe se afirma:

“Casi una década después de nuestro informe Desigualdad extrema en México, escrito por el economista Gerardo Esquivel, el panorama de la extrema concentración de la riqueza resulta aún más desalentador”.

El verdadero reto es político: mientras la clase empresarial más poderosa siga tomando las decisiones públicas, la desigualdad será un negocio, no un problema a resolver.

La pregunta no es si México puede cambiar, sino si está dispuesto a romper con los privilegios que lo mantienen dividido entre una minoría opulenta y una mayoría luchando por lo básico.

La desigualdad extrema no es inevitable; es una decisión. Es el resultado de decisiones humanas y, por lo tanto, puede revertirse con otras decisiones. Construir un México más justo no es una exigencia moral: es la única manera de garantizar estabilidad y paz social en el futuro.

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