México fue incluido oficialmente entre los países considerados como adversarios de Estados Unidos. La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, hizo esta tonante declaración: “Trump lo ha dicho alto y claro: ¡No nos dejaremos intimidar y mantendremos a Estados Unidos seguro! No solo de Irán, sino también de Rusia, China y México, de cualquier adversario extranjero, ya sea que intente matarnos físicamente o mediante la sobredosis de nuestros hijos con drogas”.
Cualquiera medianamente informado sabe que la incorporación de México a esa lista de “enemigos de Estados Unidos” implica el riesgo de sufrir agresiones de todo tipo a nuestra integridad territorial y reducir aún más los escasos márgenes que tenemos de vida independiente y pacífica, por parte de la aún poderosa, aunque menguada, cabeza del imperialismo mundial que siempre ha hecho preceder sus incursiones territoriales en otros países de campañas para fabricarse un enemigo a modo. A pesar de eso, la respuesta oficial se limitó a sostener que la influyente funcionaria declarante “no está muy informada”.De ahí en fuera, se extrañaron las voces de los dirigentes del partido en el poder, del Congreso, que ahora dominan, de los intelectuales morenistas, que antaño pregonaron ser críticos del imperialismo y revolucionarios a toda prueba, de los altos mandatarios del sistema educativo y del Servicio Exterior, entre otros antaño muy activos con la lengua. Todos callaron y voltearon hacia otro lado antes de que les cancelaran sus visas a Estados Unidos.
En vez de una respuesta enérgica y un plan realista para enfrentar la posible embestida que se adivina en la postura de los vecinos del norte, en Morena avanza a todo galope una política para controlar a la población mexicana (con entregas de dinero para crear incondicionalidad en vez de consciencia), vigilarla sin que lo sepa, congelar cualquier intento de organización independiente, sumado al amenazante control que han logrado del Poder Judicial. Así, mientras en el mundo los países, aún a riesgo de grandes complicaciones, se definen y actúan abiertamente como antiimperialistas o por lo menos partidarios de un mundo que no sea dominado por una sola potencia, los mexicanos nos enfrentamos a una política gubernamental y a un partido en el poder (Morena) que arrincona cada vez más a la gente, la despolitiza al no hablarles de los grandes problemas nacionales y mundiales, la inmoviliza al no alertarla ni animarla a la resistencia de ningún tipo, limitándola a llevarla a votar cuando se le requiere, oponiéndoles barreras, que pueden llegar a convertirse en brutales, a las capacidades organizativas de los movimientos reivindicatorios que han surgido del seno del pueblo mexicano.
Un reciente paquete de nuevas iniciativas de ley, aprobadas o en camino de ser aprobadas por la aplanadora morenista en el Congreso, significarán someter a los mexicanos a mayor vigilancia de sus movimientos, rutinas y lista de amigos o conocidos. Por ejemplo, la Ley de la Guardia Nacional recientemente aprobada en la Cámara de Diputados, por iniciativa de la presidenta de la República, elimina el requisito de autorización judicial para consultar datos conservados de comunicaciones (por ejemplo, la lista de llamadas que entran y salen de un celular) y geolocalización de dispositivos móviles (en dónde y a qué hora estuvo cada uno de los mexicanos que usan teléfono). Igualmente, se autorizan las operaciones encubiertas sin autorización judicial.
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