En la actualidad, hemos abandonado la reflexión crítica sobre nuestra realidad: comprenderla para transformarla. Esta tarea, que debería ser prioritaria, pocos la asumen con el compromiso genuino de alcanzar un objetivo final: sustituir el sistema económico por uno que garantice una vida digna para todos los mexicanos y para la humanidad.
El Movimiento Antorchista ha sido clave en esta lucha. Durante sus 50 años de existencia, ha denunciado los abusos y omisiones de los gobiernos contra el pueblo, señalando que las ayudas asistenciales —como tarjetas o despensas— son solo paliativos ante un problema estructural: la pobreza que afecta a miles de millones, mientras un puñado de privilegiados acumula riquezas obscenas, capaces de erradicar la miseria global.
Las cifras de la desigualdad: un sistema fracturado.
Según Oxfam Internacional, "los diez hombres más ricos del mundo duplicaron sus fortunas durante la pandemia, mientras el 99% de la población vio caer sus ingresos". El informe agrega: "Las desigualdades económicas, raciales y de género están fracturando al mundo". Los datos son escalofriantes:
- Desde 2020, *un nuevo multimillonario surgió cada 26 horas.
- *Más de 160 millones de personas cayeron en la pobreza en el mismo periodo.
- *El 1% más rico acapara 19 veces más riqueza que el 50% más pobre desde 1995.
- El hambre mata a 2.1 millones de personas al año en un mundo con recursos suficientes.
- Para 2030, 231,000 personas morirán anualmente en países pobres por la crisis climática.
México: el paraíso de los millonarios, el infierno de los pobres.
En 2025, la fortuna combinada de los 10 mexicanos más ricos alcanzó $148,300 millones de dólares (Oxfam, "Desigualdad Extrema en México"). Mientras el crecimiento económico es mínimo, los salarios se estancan y la pobreza persiste, la riqueza de unos pocos no deja de expandirse. México está entre el 25% de los países más desiguales del mundo y es el segundo peor en la OCDE.
El salario mínimo sigue por debajo del umbral de pobreza, y la captura del poder político por las élites perpetúa un sistema excluyente. No es una novedad, pero casi nadie actúa para cambiar el modelo capitalista que explota a la mayoría mientras unos pocos viven en opulencia. Algunas fortunas son tan vastas que ni en tres vidas se agotarían, mientras millones mueren de hambre.
El llamado urgente: organizarse para transformar.
Esta inhumanidad —donde el hombre devora al hombre— se agrava con guerras y crisis evitables. Cambiar el sistema no es una opción, es una necesidad colectiva. Los antorchistas lo entendemos: no basta con protestar; hay que construir alternativas. La tarea es más urgente que nunca. Como dice el refrán: "Están matando a la gallina de los huevos de oro".
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