El gobierno federal de la Cuarta Transformación, encabezado por Claudia Sheinbaum Pardo, continúa con la política de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, donde se dice que “por el bien de todos, primero los pobres” y, en la idea, ¿quién sería el ingenuo de cuestionar dicha propuesta? Creo que nadie, pero eso sólo es la idea, que dista mucho de la realidad.
La liberación de la prole educada y organizada está en manos del pueblo mismo; sólo le falta decidirse y tomar el control del país por la vía democrática.
Los recursos económicos que distribuye de manera directa la cuarta transformación a nivel nacional no mejoran sustancialmente la calidad de vida del proletariado mexicano: siguen faltos de educación, de medicina, de vivienda digna, de servicios básicos como agua, luz y drenaje, etcétera.
Así las cosas, siendo la economía número 12, la mexicana, en un mundo de 190 países. Sin duda, una inmensa riqueza, pero que está extremadamente concentrada en unas cuantas manos, mientras la mayoría de los mexicanos sufre de falta de trabajo bien remunerado, de hambre, de falta de atención médica y de medicinas, y de otras tantas necesidades que se derivan de estas.
No quiero dejar de lado la palabra “prole” y su significado, ya que no deja de encerrar un sentimiento peyorativo. De acuerdo con la Real Academia Española, “prole” significa “conjunto numeroso de personas que tienen algún tipo de relación entre sí”. Y aunque no podemos negar que su significado tiene sentido porque en México hay mucha gente que se considera a sí misma como la prole y la une un sentimiento de carencia, lo cierto es que la palabra tiene otros significados y una larga historia.
La palabra “prole” hace referencia a proletariado, que surgió en la Antigua Roma, siendo utilizada para señalar a las personas que sólo servían para procrear y aumentar los números de sus ejércitos. De ahí, el proletariado comenzó a adquirir mayor protagonismo cuando su mano de obra fue altamente demandada durante la Revolución Industrial, surgiendo así las víctimas de explotación laboral.
Y es así como Carlos Marx, con su teoría liberadora de la clase trabajadora, decide darle al proletariado otra connotación combativa: “La burguesía no sólo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado”. Carlos Marx.
He aquí a donde quiero llegar con mi ordinario análisis, querido lector. Allá, en las épocas de Moisés, aquel niño que fue abandonado por su madre en las aguas del río Nilo, y no por ser una mala madre, que quede claro, sino por la amenaza del faraón egipcio que había ordenado la muerte de todo niño recién nacido, temiendo este la proliferación de una casta distinta a ellos y que, en algún momento, se uniera a sus enemigos y pudiera ser causa de su destrucción.
El faraón ordenó la eliminación de los niños hebreos por temor a que su creciente población se convirtiera en una amenaza para Egipto. Veía a los hebreos como un peligro potencial debido a su rápido crecimiento demográfico y a la posibilidad de que se rebelaran o tomaran el control del país. Para evitar esta situación, ordenó que todos los niños varones hebreos recién nacidos fueran arrojados al río Nilo.
Sale esto a colación —me han de disculpar la burda analogía— hoy, con los hechos que se están dando en el estado de Oaxaca con nuestros compañeros antorchistas y fenerianos, estudiantes de los albergues que la organización ha gestionado a lo largo y ancho del país para subsanar en parte las grandes necesidades de que adolece la juventud en proceso de educarse para ser un buen ciudadano que le sirva y defienda a su país, y no se convierta en paria de la sociedad.
Pero tal parece, como en la época de Moisés, que los gobiernos morenistas temen la proliferación de los jóvenes instruidos y bien portados, nacidos y educados dentro del Movimiento Antorchista Nacional.
“En Oaxaca está en marcha un peligroso operativo contra los albergues estudiantiles que no están a sueldo de los gobernantes morenistas. México entero está poblado de talentosos, inteligentes y trabajadores jóvenes oaxaqueños que han tenido que abandonar a sus familias, a sus paisanos, a sus tradiciones, muchos de ellos para siempre, porque Oaxaca, su patria chica, no puede darles ni estudio suficiente y de calidad, ni trabajo con salario digno.
Ahora, la aportación de los morenistas en el gobierno consiste en proteger a vándalos que invaden el domicilio y agreden a jovencitos que han tomado la iniciativa de fundar y sostener albergues estudiantiles que abran sus puertas a los oaxaqueños hijos de las clases más empobrecidas.
Si en algún suceso posterior alguien sufre daños graves en su integridad física o pierde la vida, será la consecuencia directa de los hechos que han prohijado los gobernantes morenistas del estado de Oaxaca” (Buzos de la noticia, Omar Carreón Abud).
La liberación de la prole educada y organizada está en manos del pueblo mismo; sólo le falta decidirse y tomar el control del país por la vía democrática.
¿Los morenistas le temen a la verdad?
Compañeros antorchistas, sus hermanos de lucha de Nuevo León nos sumamos a la protesta. Paremos este atropello, la razón nos asiste; el pueblo organizado en Antorcha Revolucionaria sólo busca justicia y equidad.
¿A qué le tiene miedo el gobierno morenista en turno de Oaxaca? ¿Será acaso a jóvenes que sepan defenderse ante la injusticia del sistema económico neoliberal? Hasta la victoria, venceremos, compañeros.
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