La incertidumbre se acabó. Al momento de escribir estas líneas, ya sabemos quiénes son los ganadores de las elecciones del pasado fin de semana, las más grandes en la historia de este país. En la renovación de la Cámara de Diputados, Morena y sus aliados lograron la mayoría absoluta, pero no la calificada, por lo que pueden seguir aprobando el presupuesto solo con su fuerza parlamentaria, aunque no hacer reformas constitucionales; para ello necesitarán llegar a consensos con las fuerzas políticas contrarias al presidente López Obrador. De esta manera el régimen gana, sin embargo, no arrasa, como pensaban algunos seguidores del oficialismo.
En el caso de los gobiernos estatales, los resultados preliminares arrojan que la 4T ganó 12 gubernaturas de las 15 en disputa, entre las que destacan Zacatecas, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero y Sinaloa. La oposición ganó tres: Nuevo León, con el abanderado del Movimiento Ciudadano, Samuel García; Querétaro, con el panista Mauricio Kuri; y Chihuahua, donde se impuso la militante de Acción Nacional, María Eugenia Campos. Pero quizá el golpe más contundente que recibió el presidente López Obrador fue en la Ciudad de México, pues de las 16 alcaldías, sólo siete fueron ganadas por el oficialismo y ocho por la coalición de partidos opositores, incluida Cuauhtémoc, en la que Dolores Padierna fue derrotada por Sandra Xantall Cuevas. La elección de alcalde en Xochimilco sigue en el aire.
Es evidente que no se trata del resultado que los opositores hubieran querido, particularmente en los gobiernos estatales, pero tampoco es el que López Obrador desearía. Al final, sí hubo desgaste de la 4T, pues solo aquel que no quiera ver puede obviar que no se lograron las cifras arrasadoras del 2018, algo que se ve reflejado en la disminución de su número de diputados y en que, en algunos casos, como la carrera por la gubernatura de Nuevo León, la candidata de Morena fue borrada literalmente; además está el ya citado retroceso morenista en la Ciudad de México.
Vistas las cosas desde el lado de la oposición, hay un avance. No obstante, pienso que, a los opositores, y me refiero a los viejos partidos del sistema (PAN, PRI y PRD), les falta entender que la gente no quiere regresar al mismo punto en el que estábamos antes de la Cuarta Transformación; que el arribo de un político de la estatura del tabasqueño, que claramente nos está llevando a un callejón sin salida, fue producto de la política que siguieron en los últimos 30 años. Se necesita una opción diferente a la 4T y también al pasado neoliberal. Hay que rebasar al mandatario, pero no a la manera del Movimiento Ciudadano, una opción de centro-derecha, sino por la izquierda, con un proyecto económico y político viable, coherente y científico. ¿Podrán hacerlo los partidos adversarios a AMLO? Me temo que no. Se llegó la hora de que las clases populares se organicen y sean protagonistas de un cambio social verdadero.
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