MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Carlos Marx, un hombre inmortal

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El 5 de mayo se conmemora el nacimiento del filósofo-economista Carlos Marx, gran precursor del movimiento obrero internacional y destacado escritor científico que produjo, en meses y años de agotador trabajo intelectual, la gran obra Crítica de la economía política, que fue la llama que iluminó el camino de los obreros para liberarse del yugo del gran capital.

Hoy el marxismo sigue vivo porque es el arma más poderosa para entender y transformar la sociedad frente al enemigo común de los pueblos: el imperialismo.

Por tanto, es un deber moral, como miembros de la clase obrera, rendir un merecido homenaje al hombre que puso en pie de lucha a los obreros de su tiempo y cuyo nombre, hoy en día, sigue haciendo temblar a la gran burguesía.

Sin embargo, el legado histórico de Carlos Marx estaría incompleto si no se menciona a Federico Engels, cuya mano amiga le permitió terminar brillantemente su gran obra El capital. 

Recordemos que, en su tiempo, Marx fue declarado enemigo del Estado capitalista, deportado en diversas ocasiones, calumniado y silenciado por los intelectuales de su época para que sus ideas no permearan en la conciencia de los obreros. Mas nada de lo que hicieron logró sepultar a Marx.

Muy al contrario, su legado fue el arma de transformación para los grandes movimientos sociales, como la gran Revolución rusa, la construcción del socialismo en China y los grandes ejemplos de pueblos con mucha dignidad, como el sufrido pueblo cubano, que, soportando un bloqueo de más de cincuenta años, nos sigue dando ejemplo de lucha social. 

No está de más hacer referencia al gran trabajo que realizó Carlos Marx a través de la Internacional Comunista, organismo que lideró grandes batallas en diversos países para unificar a los obreros de todo el mundo.

En pleno siglo XXI, el marxismo sigue vivo; es el arma de lucha más poderosa que tienen los trabajadores para entender la sociedad en que viven y, al mismo tiempo, defenderse de sus enemigos de clase, que siempre buscan dividirlos en cualquier parte del planeta, confundir a los movimientos sociales en cada país para ser repudiados incluso por su propia gente. 

No exagero al plantear que estamos ante un Goliat que vive gracias al sometimiento de los proletarios. Por tanto, echemos mano del marxismo para enfrentar con éxito al imperialismo, que ha provocado grandes catástrofes como la Primera y Segunda Guerra Mundial.

De igual forma, hoy, con su eterna sed de plusvalía, incita a una Tercera Guerra Mundial, con armas tan sofisticadas como jamás haya soñado ningún hombre, prestos para tragarse el mundo entero de ser necesario con tal de sacar adelante los intereses del gran capital. De llegarse a dar, no quedará ni rastro de la humanidad sobre la Tierra. 

Aunque debemos aclarar que hoy ya no contemplamos sólo una guerra con armas poderosísimas; hoy tenemos que tomar en cuenta una guerra económica, una guerra cibernética, una guerra bacteriológica y, desde luego, una guerra donde se utilicen todos los medios de comunicación para atacar y denigrar al enemigo de clase, una guerra continua hacia todo lo que huela a marxismo.

La guerra económica de dimensiones mundiales a la que me he referido en líneas anteriores es la que estamos viviendo actualmente con los Estados Unidos. Hoy somos testigos de cómo varios países pobres, incluido el nuestro, se ponen a temblar con el solo hecho de que su presidente, Donald Trump, amenace con imponer aranceles.

Sin embargo, a su gran enemigo, que es China, no ha podido doblegarlo, fundamentalmente porque un gran partido dirige ese enorme país: el Partido Comunista Chino, que, a través de su gran presidente Xi Jinping, mantiene a raya al imperialismo.

Hoy, más que nunca, toma gran valor el marxismo, que, a través del método dialéctico, nos obliga a analizar y reflexionar la realidad para poner de pie a la clase obrera. 

Hoy el imperialismo, a través de todos los medios de comunicación a su alcance, día tras día, impulsa una campaña ideológica para adormecer la conciencia de las grandes masas depauperadas. Se envenena a los jóvenes con drogas sofisticadas y se les manipula a través de la moda, la música, la religión y la política; se aleja a los niños, desde pequeños, de la filosofía, las ciencias sociales, las artes y, en general, de una educación integral que les permita reflexionar su entorno para decidirse a transformarlo. 

En fin, de una y mil maneras se manipula a la clase obrera para que siga durmiendo el sueño de los inocentes. Ante tal situación, recordemos siempre el planteamiento marxista: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, y actuemos en consecuencia.

Más que filosofar acerca de los problemas del mundo, necesitamos transformarlos, poner manos a la obra. A falta de un partido de la clase obrera que dirija los destinos de cada país, formemos el nuestro.

Por todo lo anterior, cobra más vigencia que nunca el llamado de Marx: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”. Es tiempo de revivir nuevamente la Internacional, porque una gran sombra negra se cierne sobre el mundo, y es urgente que los países se hermanen para hacerle frente al imperialismo, que en esta fase moderna afila sus garras para intervenir en todos los países, sometiéndolos a través de su estructura más débil: la economía.

Marx está vivo: promuevan esta verdad entre los pueblos del mundo. Marx ha regresado para poner en pie de lucha a los obreros, para demostrarles que todos unidos somos una fuerza capaz de tumbar al Goliat del imperialismo.

… Arriba, los pobres del mundo,

de pie los esclavos sin pan

y gritemos todos unidos

viva la Internacional…

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