Es innegable que en nuestro país desde hace años hay un fuerte resentimiento y una imagen negativa hacia la clase política y esta situación ha provocado que los candidatos a puestos de los diferentes cargos de elección popular implementen nuevas estrategias para humanizar su imagen. Si el político en cuestión hiciera lo que hacían los políticos anteriormente, se generaría esa referencia mala o negativa y por eso ahora vemos que los candidatos a las alcaldías y diputaciones locales y federales suben en sus redes sociales fotografías comiendo en mercados, puestos de tacos o apapachando a una humilde vendedora de frutas para intentar convencer a los votantes.
Académicos de algunos centros universitarios aseveran que este tipo de estrategias buscan impactar al sector de la población que aún no ha definido su voto y convencerlos. Desde el punto de vista mercadológico, los políticos trabajan con la microsegmentación y con ello buscan generar redes de influencia que deriven en votos. Pero también es un recurso para subsanar sus pocas e incluso nulas propuestas, pues para las elecciones del 6 de junio, más que en procesos anteriores, los partidos políticos de los diferentes colores han postulado gente improvisada entre los que se encuentran artistas, futbolistas y personajes que no tienen experiencia para ganar y ocupar puestos de elección popular porque precisamente no son políticos.
Salvo contadas excepciones, la mayoría de los políticos que buscan acceder a un puesto de elección popular, para tratar de ganar terreno recurrirán a otras estrategias que han demostrado ser infalibles como la guerra sucia contra sus competidores, entre otras artimañas electorales con tal de ganarse el voto popular. Seguramente, durante toda la campaña escucharemos todo tipo de escándalos y promesas de solución, pero sin propuestas viables de gobierno. Tampoco faltaran actos violatorios a la ley, basta ver como en plena veda electoral el presidente Andrés Manuel López Obrador, en lo que fuera “el jacal” donde Zapata formó el Plan de Ayala presumió sus programas de pensión universal para adultos mayores, apoyos para niños con discapacidad y otros beneficios para jóvenes.
El panorama electoral que estamos viendo es complicado y resulta difícil alcanzar a distinguir la opción que sea menos peor ya que, los candidatos están recurriendo a las mismas estrategias. En este sentido para los que estamos pensando en el futuro de México, debemos llamar al pueblo que no olvide el error que cometieron los más de 30 millones de electores en el proceso electoral del 2018 al votar por Morena creyendo que realmente les iba a solucionar todos o cuando menos una parte de las injusticias que ya estaban azotando a la inmensa mayoría de los mexicanos, además de haber creído que los morenistas iban a acabar con la corrupción, el ejercicio abusivo y discrecional del poder.
En medio de tanto bombardeo publicitario, tenemos que darnos cuenta de la cruda realidad. México es un país más desigual e injusto que antes de la Cuarta Transformación. Millones de mexicanos han caído en la pobreza por la pésima gestión de la pandemia por parte del Gobierno morenista; de igual forma hay más sectores de la sociedad que tienen un profundo resentimiento social motivado por su condición socioeconómica. Es en este contexto donde reside nuestra obligación de recordarle al pueblo trabajador que precisamente fueron estos flagelos sociales que el candidato López Obrador y luego como presidente, percibió muy bien y buscó con su discurso y actitud para que se manifieste de manera abierta. Con ello logró que sus seguidores y simpatizantes lo llegaran a ver como quien los va a liberar, a sacar de su situación, pero sobre todo como quien va a cobrar venganza por ellos.
Abundan opiniones en el sentido de que para los resentidos sociales es más importante la venganza que cambiar su situación. Están dispuestos a perdonar todo a quien los venga con tal que, en su discurso, del cual se alimentan, haga manifestación pública de esa condición de víctimas. El presidente AMLO lo entiende muy bien y actúa en consecuencia. Sabe que sus simpatizantes no le van a cobrar los muertos, la violencia, el desempleo, la corrupción y el aumento de la pobreza si continúa con su actitud y discurso de venganza justiciera. Todo esto nos indica que a los fanáticos morenistas lo que menos les importa es la vida y la salud de los mexicanos, con lo cual queda claro que el 6 de junio no se debe votar por Morena, cuyos candidatos ya anuncian que si llegan a ganar van a aterrizar en sus Estados y municipios la Cuarta Transformación y como novedad es que también van a implementar conferencias mañaneras.
Son sobradas las razones del resentimiento hacia la clase política mexicana, pues hasta el momento ninguno de los partidos políticos existentes representa los intereses ni la ideología de la clase trabajadora. En estas circunstancias, en tanto se forma un partido que garantice unidad de acción en la dirigencia y una organización de masas para conquistar el poder de la nación, no queda otra alternativa que ponerle un contrapeso a Morena en el próximo proceso electoral, solo así los trabajadores podrán encaminar sus acciones de clase en mejores circunstancias.
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