Una mujer huitzilteca revive sus recuerdos de infancia y comparte cómo cambió la vida de su comunidad tras décadas de ausencia
Es una tarde fresca, brillante por la luz del astro que nos permite admirar el azul cielo en lo alto y las variadas tonalidades de verde en la naturaleza que rodea al municipio, que en la lengua ancestral náhuatl significa “lugar de colibríes”.
Después de 40 años, doña Manuela regresó a su municipio y se quedó varias semanas para cuidar a su mamá; en este tiempo, pudo apreciar el cambio en el rostro de su pueblo.
Una larga escalinata nos lleva a la cima de una pequeña colina, desde donde se puede admirar el desarrollo de la Sección Quinta de la cabecera municipal: sus calles y andadores pavimentados, puentes, alumbrado público; sus cafetales, así como la viveza de las flores que adornan los hogares.
En una humilde vivienda nos espera doña Manuela Torres Santiago, mujer huitzilteca de 58 años, quien desde hace más de cuatro décadas no vive en el municipio. Su madre es doña Nicolasa Torres, antorchista de muchos años que, mientras su salud se lo permitió, estuvo en el frente de lucha y trabajo por un Huitzilan de progreso.
Comenzamos la entrevista. El rostro de doña Manuela se torna alegre y manifiesta su sorpresa, sobre todo porque se ha convertido en un municipio tranquilo, seguro y con un desarrollo impresionante, que no lo hubiera soñado antes, pues ella conoció el Huitzilan de la violencia, de la marginación, del abuso, del olvido de todo gobierno.
De un pueblo atrasado a un municipio de progreso
La calidez de la tarde se siente, también, en el recibimiento en la casa de doña Manuela. Sus facciones aún muestran juventud y su personalidad apacible hace agradable la entrevista.
“De aquí me fui a los doce años, me fui a la ciudad; luego conocí a mi esposo y de ahí nos fuimos al Estado de México. Antes todo estaba muy feo, estaba muy escaso; si ahorita hay pobreza en Huitzilan, antes había mucha más. Yo iba a la escuela y me iba a trabajar, pero me pagaban muy poco, no me alcanzaba, entonces me tuve que ir de aquí. Yo andaba descalza, a mí no me da pena decirlo, porque este es mi pueblo, estas son mis raíces. Forraba mis libretas con ese papel de estraza con el que envolvían la cal”.
A su mente llegan esos recuerdos tristes, cuando a su padre no le alcanzaba lo que ganaba para mantener a su familia. Por eso se fue a trabajar a la ciudad, para apoyar con el sustento de su familia.
Estando en la ciudad, se casó a su corta edad y dejó de venir a Huitzilan. Por eso no sabía lo que ocurría, en ese tiempo no había comunicación como ahora. En alguna ocasión, recuerda, vino con su esposo y su hija de ocho meses a visitar a su familia, pero la alertaron para que no llegara a Huitzilan, pues corría el riesgo de que la mataran.
Fue cuando se enteró que una gavilla de pistoleros de la Unión Campesina Independiente (UCI) y los caciques tenían sometido a su pueblo por la vía del plomo y las amenazas.
“Me dijeron: no puedes pasar, porque te vayan a matar; le vayan a hacer algo a su esposo”. Doña Manuela se arriesgó y estuvo ocho días. “No pude regresar, no había paso, no podíamos salir. Ahora no, ahora hay tranquilidad, hay paz; podemos salir a caminar, por decir, a la plaza que se pone: ¡no, pues, está bonita la plaza, porque puede uno ir a distraerse, a comprar; se compra uno una agüita, un heladito, está uno ahí disfrutando, ve uno que pasa la gente. Pero antes no, antes era otra cosa, puro asesinato del diario, de noche y de día, a cualquiera hora”, recordó.
Se levanta del pequeño banco y señala hacia afuera, hacia los cafetales: “ahorita que estoy cortando café, estoy recordando que antes el café se echaba a perder, porque no se podía salir a cortar, nada, el café se echaba a perder, las milpas llenas de hierba porque no se podía cortar”.
Antorcha, la luz que iluminó el camino de Huitzilan
Doña Manuela Torres aseguró que quien llegó a cambiar la situación de Huitzilan fue el Movimiento Antorchista. Es quien trajo paz, trabajo y progreso a su municipio.
Señaló que, a pesar de que dejó de visitar Huitzilan durante muchos años, sabía que su madre participaba en la lucha por mejorar al municipio: en los plantones en la Cámara de Diputados, en las marchas, en las gestiones.
“Una vez yo vi un reportaje, ya tiene años y era en México. Me dice mi esposo, creo que ahí anda tu mamá. Yo como que le vi la cara”.
Después de 40 años, doña Manuela regresó a su municipio y se quedó varias semanas para cuidar a su mamá; en este tiempo, pudo apreciar el cambio en el rostro de su pueblo.
“Ahora, gracias a esa lucha que se está haciendo con la organización de Antorcha tenemos unión, hay paz, hay tranquilidad en este pueblo; podemos caminar, podemos ir a misa, podemos ir a una reunión como nos invitaron ayer. La información que nos dieron ayer es muy interesante”, puntualizó.
Doña Manuela actualmente vive en el municipio de Toluca, en el Estado de México; sin embargo, dijo que hay poca información sobre lo que pasa en el país y en el mundo, situación que se diferencia con lo que ocurre en Huitzilan, donde el Movimiento Antorchista reúne cada mes a la población, la educa y le proporciona la información necesaria para conocer qué es lo que sucede.
Por eso dijo: “a mí me gustó mucho que nos dieran esa información, porque allá no la dan, allá cada quien le busca. Aquí nos están dando la información, es la semillita que siembran en nosotros para que decidamos qué es lo que vamos a hacer para nuestro pueblo; lo que es mejorar para salir adelante”.
A marchar con el rumbo que lleva el progreso
A más de 40 años de Antorcha, resaltó la hija de doña Nicolasa, se han logrado muchas cosas: andadores, calles, luz eléctrica, agua, seguridad.
Por ello, invitó al pueblo de Huitzilan a “que sigan con esa motivación de que permanezcan unidos, para que sigan creciendo y vayan para arriba. Que no caigan. Si cae uno, levántenlo. Ya estamos mucho mejor que antes; ahorita no hay que bajar la guardia”.
Que el pueblo huitzilteco siga esforzándose y trabajando para mantener el ambiente de tranquilidad y de hospitalidad, que son características de Huitzilan y su gente, deseó.
“Cuando llegué a Huitzilan, llegué con miedo; imagínese, antes cuando venía todo estaba en el atraso. Y más me sorprendí cuando llegué a la gasolinera del Paraíso, porque eso antes era terracería. ¡Guau! Qué bonito está mi pueblo. Ya ha avanzado, está progresando, está avanzando; Huitzilan está subiendo de categoría, de calidad”, finalizó.
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