MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Nuestra enferma economía requiere una solución de raíz

image

Para el presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), Cuauhtémoc Rivera, el poder de compra de los consumidores mexicanos ya no corresponde a los precios de los productos que están en los anaqueles de marca, por tanto, las cadenas de producción han optado por generar un portafolio más robusto que permita tener un mayor número de presentaciones que se ajusten a todos los bolsillos que existen en el país.

En México, la clase trabajadora sobrevive con salarios de hambre, es quien paga más impuestos, y encima de eso, tiene que pagar para adquirir servicios que el Estado debería brindarle.

Esto, aunque parece una simple estrategia de las tiendas para continuar vendiendo sus productos en el mercado, en el fondo esconde algo más peligroso, de lo que pocos hablan y nadie quiere hacer algo al respecto. A las familias mexicanas no les alcanza para comprar; es decir, su poder adquisitivo ha caído en picada desde hace varios años y no se recupera, a pesar de los aumentos al salario mínimo, que siempre se ven superados por la inflación.

Este fenómeno no se limita a la canasta básica, que es de por sí ya grave. En el capitalismo todo se vuelve mercancía; por tanto, quien no tiene dinero para adquirir lo que oferta el mercado se verá privado de dichas mercancías. Por eso muchos no pueden tener una salud digna, una educación de calidad o una vivienda, aunque sea modesta, por ejemplo, aunque los mexicanos se la pasen trabajando, el problema no está en trabajar más, sino en que la riqueza no se reparte justamente.

Si a esto le sumamos el desdén de los gobiernos, que se empeñan en cargar la carga tributaria sobre la clase trabajadora, dejando casi intactos a los grandes capitales, menos podrán tener una vida digna. En México, la clase trabajadora sobrevive con salarios de hambre, es quien paga más impuestos, y encima de eso, tiene que pagar para adquirir servicios que el Estado debería brindarle.

Mientras tanto, ¿en qué se gasta el gobierno el erario, ese dinero que aportamos todos con nuestros impuestos para tener un sistema de salud de calidad, escuelas dignas, calles bien hechas, infraestructura de alto nivel en nuestras colonias y pueblos, para que podamos vivir dignamente?

En el caso de Morena, no solo hay una mala aplicación de los recursos, sino que se atreve a endeudar más al país, a sabiendas de que tenemos una economía muy enferma y, para colmo, esa deuda no se ve retribuida en mejoras para la clase trabajadora; es decir, no hay un desarrollo económico ni se construye infraestructura para toda la sociedad, no se mejoran los servicios ni se implementan programas sociales de calidad.

Cuando Morena llegó al Palacio Nacional con Andrés Manuel López Obrador, refrendó su compromiso de no continuar endeudando al país como los gobiernos neoliberales anteriores, puesto que era una gran ofensa para el pueblo de México. Durante su campaña, esa bandera le valió muchas simpatías; sin embargo, la deuda pública aumentó 3.2 billones de pesos y, para mayo de este año, el monto ascendía a 17 billones 674 mil millones de pesos.

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la deuda general podría alcanzar el 60.7 % del Producto Interno Bruto, es decir, de todo lo que produzca nuestro país en bienes y servicios en un año, más de la mitad ya lo debemos.

El Instituto Mexicano para la Competitividad señaló que el Gobierno Federal no invirtió 33.5 % en infraestructura física y pasó de 147 mil millones de pesos en el primer trimestre del 2024 a 101 mil millones de pesos en el mismo periodo del 2025. ¿Entonces, a dónde se va el dinero de los mexicanos y el de la deuda pública?

En el sexenio anterior, López Obrador contrajo la deuda para solventar sus megaproyectos faraónicos, como la refinería de Dos Bocas, la cual se presupuestó en 8 mil millones de dólares y terminó costando 20 mil millones de dólares; el Tren Maya costaría 150 mil millones de pesos pero terminamos pagando 500 mil millones de pesos; en el caso del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), Andrés Manuel anunció un costo de 74 mil millones de pesos, sin embargo, a la fecha se ha destinado 116 mil millones de pesos.

Cuando López Obrador llegó a la presidencia de la república, cada mexicano debía 112 141 pesos; al terminar su gestión, la deuda aumentó a 131 738 pesos y, en lo que va del gobierno de Claudia Sheinbaum, dicha deuda ya alcanza los 19 596 pesos. Como dice el dicho popular “el horno no está para bollos” y las prioridades de este gobierno que se autodenomina de izquierda debieran cumplir con su palabra de “primero los pobres”.

Como vemos, en nuestro país la clase trabajadora tiene salarios de hambre y debe pagar por lo que el Estado ya le cobra a través de los impuestos, mientras este sigue endeudándose inmisericordemente para financiar sus proyectos personales que en nada le retribuyen al pueblo mexicano y haciéndose propaganda con programas de transferencia monetaria para asegurar su permanencia en el poder.

Esta situación se irá agravando cada día más y podría traer graves problemas sociales; por tanto, es necesario que el pueblo se organice, que exija una política fiscal progresiva, es decir, que los que más ganan y tienen, paguen más impuestos. Que los trabajadores tengan salarios dignos para vivir dignamente, puedan alimentarse bien, curarse, educarse y tener recreo de calidad.

Y que exista una reorientación del gasto social, o sea, que el dinero que los mexicanos damos al gobierno mediante los impuestos se aplique correctamente en los sectores sociales donde verdaderamente hace falta: infraestructura, salud, educación. Mientras esto no suceda, la soga se irá ajustando cada vez más sobre nuestro cuello.

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más