Hace unos días entablé conversación con una madre de familia que vive en una comunidad rural, un tanto alejada de la zona urbana de su municipio. Mencionaba su preocupación por la calidad educativa que se les da a los niños y jóvenes, pues, a lo que dijo, es que “este año tuvimos que volver a fotocopiar guías de años anteriores porque los libros que nos dieron no tienen muchos contenidos; en especial el de matemáticas”, refiriéndose a su hija, que acaba de ingresar a cuarto año de la escuela primaria.
La secundaria no se quedó atrás, pues también mencionó que su hijo, que acaba de graduarse de la secundaria, tuvo que utilizar, durante los tres años, libros de hace mucho tiempo, por esa misma razón.
El Frankenstein educativo elaborado para los niños y jóvenes del país debe permanecer hasta que dé los resultados que se quieren esperar, porque hay resultados negativos, pero no se quieren tomar en cuenta.
Tomando en cuenta que no es la única madre preocupada por la educación de sus hijos ni en el estado ni en el país, surge la pregunta: ¿qué se les enseña a los niños en las escuelas? ¿Lo que se les enseña es para que se fortalezcan sus bases de conocimiento y sean, en un futuro, grandes científicos y creadores de tecnología?
Recordemos que en 2022 la prueba PISA evidenció que dos de cada tres estudiantes en el país no alcanzaban el nivel básico de aprendizajes en matemáticas; no solo eso, sino que, en esa prueba, también ocupamos el tercer lugar peor evaluado de la OCDE en matemáticas y comprensión lectora. Entonces, con base en estos datos, se puede deducir que a la educación de nivel básico le hace falta mucho para poder formar mejor a sus estudiantes.
En 2023 inició un nuevo proyecto encaminado a transformar la educación pública en México, la Nueva Escuela Mexicana, en la que se tenían expectativas altas, pues en su momento el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló: “Lo que se va a enseñar tiene que ver con la nueva realidad, es conocimiento científico y al mismo tiempo humanista”.
Sin embargo, los expertos en la materia no se hicieron esperar y comenzaron a advertir sobre los riesgos que enfrentaría. En una publicación de México Evalúa, titulada “10 alertas sobre los libros de texto y los planes de estudio de la educación básica”, hecha en agosto de 2023, se menciona lo siguiente:
Se desconocen los planes y programas de estudio.
Se reducen significativamente los recursos para la enseñanza sistemática del pensamiento matemático.
Contienen errores conceptuales y de organización.
Los procesos de elaboración se han caracterizado por su falta de transparencia.
Las maestras y los maestros no han recibido capacitación para utilizar la nueva familia de libros de texto.
Los materiales no consideran los rezagos que se profundizaron con la pandemia ni se acompañan de una guía para atender esta problemática.
En el material para docentes predominan las reflexiones ideológicas y políticas, en detrimento de las orientaciones didácticas.
Se ha generado incertidumbre acerca del alcance de los nuevos planes y programas de estudio, ante la impresión de los libros de todos los grados de primaria.
La necesidad de una verdadera discusión académica se ve obstaculizada por visiones políticas encontradas.
Se ha detenido la distribución de libros en algunos estados de la república.
Esos problemas que en su momento se señalaron están cobrando factura a los estudiantes; pero, lejos de corregirlos, las autoridades se excusan en que es muy poco el tiempo y que se debe ser paciente: “Hace falta tiempo para tener un diagnóstico del aprendizaje que han obtenido estudiantes de nivel básico con la Nueva Escuela Mexicana, aunque no se evalúa con exámenes estandarizados”, admitió el secretario de Educación Pública, Mario Delgado.
En pocas palabras, el Frankenstein educativo elaborado para los niños y jóvenes del país debe permanecer hasta que dé los resultados que se quieren esperar, porque hay resultados negativos, pero no se quieren tomar en cuenta.
Por ejemplo, la doctora Arcelia Martínez Bordón, académica de la Universidad Iberoamericana (Ibero), durante el foro dijo: “Para el ciclo 2023-2024, la tasa de abandono era del 8.1 %, alrededor de 430 mil estudiantes, es decir, 117 estudiantes por día”.
No es difícil sacar conclusiones. Si un joven que se gradúa de la secundaria no tiene los suficientes conocimientos que debió aprender en su formación básica, la probabilidad de que se le dificulte más de lo normal la preparatoria es muy alta y esto lo puede obligar a dejar la escuela y engrosar las filas de la deserción escolar.
La educación debe ser una prioridad para quien gobierna el país y no puede permitirse que se experimente con ella; se necesita una educación de calidad, crítica y científica para que todos los niños, sin importar su estatus económico, puedan formarse como profesionistas y futuros científicos que saquen al país del rezago en el que se encuentra.
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