Desde hace cuatro décadas, la desigualdad de los ingresos se ha disparado en muchos países, lo que ha tenido graves repercusiones sociales y económicas. Hoy, la pandemia del covid-19 pone crudamente de manifiesto esas desigualdades, tanto a la hora de contraer el virus como de mantenerse en vida o de enfrentarse a las dramáticas consecuencias económicas.
Con esto último quiero mencionar cómo se ve afectado, en estos momentos, mi municipio: Huitzilan de Serdán, que se encuentra ubicado en la Sierra Nororiental de Puebla. Si bien el municipio cuenta con 12 mil 88 habitantes, la mayoría de estas familias son de escasos recursos económicos, un 80 por ciento se dedican al trabajo del campo, el otro 10 por ciento al trabajo del comercio y a lo pecuario, y los restantes cuentan con un salario fijo, y por lo visto son unos pocos, así que la gran mayoría trabaja en el campo, los campesinos son contratados por el dueño del terreno y así consiguen un salario mínimo día con día.
La pobreza y falta de empleo con buenos salarios son factores que han ocasionado que las personas, principalmente los varones, se vean obligados a salir del pueblo a buscar fuentes de empleo en las ciudades más grandes de México o en Estados Unidos. Los salarios son muy bajos en el campo y no son suficientes para mantener a sus familias, ya que estás pueden tener de siete a nueve integrantes las más numerosas. Los hogares son humildes y cuentan con al menos tres cuartos (espacios que se utilizan para dormir), una pequeña cocina y un sanitario.
Además de que estas familias carecen de la cobertura de un seguro de salud y quedan expuestas al riesgo de morir si es que llegaran a contraer la enfermedad.
Para todas estas familias es sumamente difícil poder acatar el llamado "quédate en casa". Este llamado no existe para los pobres.
No se pueden tomar las medidas necesarias que lo pide el gobierno. En primer lugar, los padres de familia se ven obligados salir día con día a trabajar para poder llevar un sustento al hogar y poder alimentar a su familia, además de cubrir gastos de electricidad y agua. Segundo, no se puede tomar sana distancia debido a que los hogares son muy pequeños, si alguien se contagia en estos hogares no hay manera de evitar que los demás también lo hagan. Y tercero, gastar productos de sanidad como el gel antibacterial y los cubrebocas no es posible ya que para las familias es más importante comprar sus alimentos para poder subsistir.
Huitzilan ha mejorado mucho en su infraestructura y es un modelo de pueblo en desarrollo. Sin embargo, la mala economía mexicana y la nula cientificidad en la creación de un programa que nos saque adelante, no lleva a vivir en la pobreza, como sucede en miles de comunidades más. Hoy somos 12 mil 88 habitantes que sufrimos de pobreza en mi municipio. Pero en México, esta situación la padecemos millones de mexicanos que somos y vivimos en las mismas condiciones. La situación que enfrentamos es sumamente grave, por eso es necesario que el Gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador y estatal de Barbosa actúen ante el problema. Pregunto: ¿Qué hay de quienes salieron del pueblo a buscar trabajo a las ciudades y hoy regresan desempleados? ¿Qué hay de quienes salen a buscar un pequeño ingreso para sus familias en esta cuarentena y regresan sin nada en las manos para llevar a la mesa de sus casas?
La adopción de medidas a corto plazo ante la crisis no puede perder de vista la protección de las familias de bajos ingresos económicos. Así que las medidas de ayuda deberían ser suficientemente amplias para cubrir a las familias y trabajadores que lo necesitan. México lo necesita y lo está pidiendo. La 4T debería hacernos caso.
Como lo dijo nuestro dirigente nacional Aquiles Córdova Morán, urge un programa nacional de distribución de alimentos a la población de ingresos fijos "el coronavirus no debe paralizarnos de manera absoluta, no debe callarnos y no debe taparnos la boca para decir lo que sentimos, y para manifestar nuestra necesidad y la exigencia de que el gobierno se ocupe realmente de resolver este problema".
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