La salud es un tema que aparece muy seguido en la boca de nuestros gobernantes; plasman en documentos estrategias para alcanzar una “cobertura universal” con las cuales aseguran que todos los mexicanos tendrán acceso a la salud sin importar el lugar donde se encuentren, incluso, anuncian a los cuatro vientos que habrá visitas domiciliarias para mejorar la atención médica.
Los mexicanos cada vez asimilan más que ir a una cita médica es estar en el hospital todo el día, y que para ser atendido es hacer cita con incontables meses de anticipación.
Pareciera como si nos encontráramos en tiempos de campañas electorales en las que los candidatos tratan de convencer a como dé lugar que son los ideales para ocupar tal o cual cargo público: así se comporta la Cuarta Transformación.
Es así como se van quedando en el aire las promesas y los planes. En los medios de comunicación con frecuencia se evidencia la atrofiada infraestructura de los hospitales, las inundaciones, las goteras, incluso los colapsos de fragmentos de techumbre; por otro lado, hay desabasto de medicamento, de camillas, citas espaciadas, entre otras cosas.
Los mexicanos cada vez asimilan más que ir a una cita médica es estar en el hospital todo el día, y que para ser atendido es hacer cita con muchos meses de anticipación, además de que es muy probable que si tiene que quedarse en el hospital les toque dormir en una silla o en el piso (lo cual ocurre con bastante frecuencia).
Este panorama se refleja en los datos proporcionados por la reciente Medición de Pobreza Multidimensional 2024, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la que se evidencia el problema tan grave que atraviesa el pueblo de México respecto al acceso a la salud. Este estudio señala que hay 44.5 millones de personas que sufren de esta carencia social, es decir, un 34.2 % de la población no puede atenderse correctamente.
Siguiendo sus mismos datos nos podemos percatar que a partir del año 2018 se disparó el porcentaje de personas con carencias de servicios de salud, pues en el 2016 era de 18.8 %, en el 2018 fue de 20.1 %, en el 2020 pasó a 35.7 %, en el 2022 a 50.4 % y en el 2024 a 44.5 %; aunque en 2024 disminuyó respecto a un 5.4 %, sigue siendo el segundo año más alto después del 2022.
Si hacemos memoria, en 2020 el expresidente Andrés Manuel López Obrador creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) como reemplazo del Seguro Popular, cuya función sería proporcionar servicios de salud, medicamentos y otros insumos gratuitos a personas sin seguridad social y, de esta manera, se garantizaría el derecho a la salud para todos los mexicanos.
Sin embargo, debido a que carecía de un plan concreto para poder cumplir sus funciones, aunado a que estaba bajo una dirección inexperta, en 2023 se oficializó su fracaso, y fue sustituido por el IMSS-Bienestar. Este fue un claro retroceso en este ámbito; lo cual explica por qué se duplicó en casi tres años el porcentaje de personas con dificultad al acceso de salud y que hasta la fecha ha dado muestras de que no habrá variaciones importantes en favor del pueblo.
Pero no nos podemos engañar y pensar que fue un error o un mal cálculo; lo que debemos tener claro es que Morena no es un partido que está en contra del neoliberalismo como nos lo han hecho creer, porque con sus hechos declara abiertamente lo contrario, pues, poco a poco, ha dejado de invertir en los servicios que el Estado está obligado a brindar a la población, en este caso la salud.
Año con año a varios sectores se les hacen recortes presupuestales, mostrándose como un gobierno neoliberal que saca las manos y permite que se privaticen los servicios, por eso, a los grandes avances en la medicina sólo pueden acceder aquellos que lo pueden pagar, y el pueblo con un raquítico ingreso se queda esperando y haciendo fila por meses hasta que pueda ser atendido, pero eso sí, tiene que pagar los impuestos en tiempo y forma.
Esta realidad no cambiará hasta que llegue al poder un gobernante que sea defensor en los hechos del pueblo pobre que produce la riqueza día a día y ve morir a sus seres queridos de enfermedades curables sólo por no tener la oportunidad de acceder a los servicios de salud que cada día se privatizan más.
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