Entre música, banderas y la presencia de más de 200 vecinos, el festejo reunió testimonios, recuerdos y proyectos que muestran cómo un terreno vacío se transformó en hogar para decenas de familias veracruzanas
El sol de la mañana caía sobre las calles de arena de la colonia Tlacaelel, iluminando el ir y venir de familias, niños y vecinos que desde temprano anunciaban que no sería un día cualquiera. No lo era: la colonia celebraba su octavo aniversario, ocho años de historia, lucha y trabajo colectivo en un rincón que sus habitantes han aprendido a llamar hogar.
Donde se montó el templete principal, comenzaron a colocarse las sillas y banderas mientras los altavoces reproducían música tradicional. Los primeros en llegar fueron los adultos mayores, muchos de ellos fundadores, quienes miraban el decorado con la serenidad de quien sabe que cada logro ha costado esfuerzo.
Conforme avanzó la mañana, la colonia tomó vida. Las risas y bromas se escuchaban por todos lados, mientras colgaban la lona principal del evento, se observaba la emoción desbordada en los rostros: los colonos se sentían felices y orgullosos de celebrar su octavo aniversario, un paso más en la construcción de una colonia en la cual pudieran dignificar su vida.
El evento inició con una breve reseña sobre el origen de la colonia Tlacaelel, recordando aquellos días en que el terreno era apenas un proyecto y muchas familias soñaban con un espacio digno para vivir. Los aplausos brotaban espontáneos: más que un aniversario, la celebración era un reconocimiento a todos los que trabajaron para levantar calles, regularizar terrenos y construir la colonia.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando los fundadores tomaron la palabra. Entre voces entrecortadas recordaron las primeras reuniones, las dificultades y también la solidaridad que permitió superar cada reto. “Aquí nadie estuvo solo; todo se logró juntos”, comentó una de las habitantes de la colonia, desatando nuevas muestras de orgullo y aplausos sonoros.
Después vinieron los números artísticos: bailes folklóricos de niñas y adolescentes y una pequeña presentación musical de un joven que traía consigo alegría y ritmo para ponernos a cantar. Cada participación era recibida con entusiasmo, porque todos sabían que estos talentos habían florecido precisamente gracias a la organización del Movimiento Antorchista Nacional y a sus visionarios dirigentes.
Fue en este punto cuando se compartió parte del mensaje del ingeniero Samuel Aguirre Ochoa, líder estatal de Antorcha, quien recordó que la fuerza del Movimiento radica en la formación política de sus integrantes y en la capacidad de las comunidades para transformar su entorno cuando trabajan con unidad.
También destacó que una colonia organizada puede superar cualquier obstáculo si mantiene claridad en sus objetivos y disciplina en cada paso que da, como lo ha demostrado Tlacaelel durante estos ocho años.
Al caer la tarde y como último número, se entonó el Himno del Movimiento Antorchista, un momento solemne y emotivo que reunió a todos los presentes en una misma voz y reafirmó el compromiso de la comunidad con la organización que ha acompañado su lucha y desarrollo.
El aniversario concluyó con un convivio comunitario donde todos compartieron comida, anécdotas y planes para el futuro sobre la colonia. Bajo el cielo veracruzano, iluminado por las primeras estrellas, la colonia Tlacaelel celebró no sólo su fundación, sino la fuerza y el espíritu de quienes la hacen posible día a día.
Ocho años después, la colonia Tlacaelel sigue creciendo. Y lo hace de la mejor manera: organizada y dirigida por el Movimiento Antorchista.
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