Celina Hernández se enorgullecía de dos cosas: que sus papás estuvieron entre los primeros que lucharon por sacar al cacicazgo de Tecomatlán y que su hermano Ramiro se convirtió en el primer presidente municipal de Antorcha. Con estos antecedentes familiares, Celina no se quedó atrás y aceptó una invitación. La Maestra Hersilia Córdova Morán tenía un proyecto en mente: formar el primer pleno (que es un grupo de líderes naturales por colonia o municipio) sólo de mujeres; el pleno principal de Tecomatlán era mixto, pero principalmente compuesto por hombres, y Hersilia quería involucrar más a su género, así que formó el Primer Pleno de Mujeres.
La maestra se hizo acompañar de cuanta mujer pudo reclutar. Entre las filas de ese pleno estaban Irene Merino, Angelina Merino, Gumara Córdova, Francisca Verdín y Josefina, Francisca, Nieves y Magdalena. Ahí estaba también Celina Hernández, con 30 años cumplidos.
Podría decirse que Celina representaba a la mujer de su época y lugar. Como muchas, sólo contaba con la instrucción básica y se dedicaba al hogar, el suyo y el de los padres, como buena hija. Sin embargo, también representa a la mujer antorchista, pues, una vez que se decidió a ingresar al Pleno, dedicó su vida entera a la causa de la organización, a cambiar a ‘Teco&rsquo, a buscar un futuro mejor para su progenie. "Una verdadera joya de mujer&rdquo, como la recuerda Hersilia Córdova y seguramente mucha gente que tuvo la fortuna de coincidir con Celina en alguna parte de su vida.
La vida de una mujer en un municipio humilde, que apenas va saliendo de la explotación y la miseria, es, sin duda, difícil. Ni hablar de estudiar y ser profesionista: a la casa. Cuando la maestra Hersilia empezó a hacer trabajo político en Tecomatlán, se dio cuenta de que era necesario que las mujeres se superaran. Con esto en mente se buscó el proyecto de la Academia Comercial Carmen Serdán. Y ahí estuvo Celina. Apoyando. Gracias a esa lucha, muchas mujeres tecomatecas lograron encontrar un oficio y, más tarde, un trabajo que les permitiera salir adelante.
Celina era consciente de lo importante que era el estudio. No dejó de decírselo a sus seis hijos y, ya en sus últimos años, a sus nietos. Así lo recuerda su hija, Yolanda Reyes: "Siempre ha estado muy al pendiente de nuestra instrucción y de nuestro trabajo, el mío y el de mis hijos. Siempre les dijo que tenían que estar en la organización y apoyar, pero sin dejar de lado la escuela”.
"Antorcha necesita gente preparada, no como nosotros, que sí somos antorchistas y estuvimos y estamos ahí, pero una gente preparada sirve más a la organización&rdquo, decía Celina.
Tal vez Celina no pudo ser profesionista, pero buscó que otras sí lo fueran y se superaran, en todos los aspectos. Por las mañanas, se veía a Celina, a Hersilia y a varias mujeres más del pleno cuidando su salud, corriendo en la pista, haciendo ejercicios básicos; por las tardes, cuando era posible, las mujeres se reunían para ensayar, ora danza, ora coro, en el que decían, por cierto, que era una ‘segunda natural&rsquo, o sea, una segunda voz nata.
Todas estas actividades culturales y deportivas las complementaban con tareas más fuertes. Al pleno de mujeres se le dio el encargo de planear el actual balneario "Ixcóatl”. Las mujeres de ‘Teco&rsquo, salvo alguna, no habían visto un balnerario. Fue necesario ir al Centro Vacacional de Oaxtepec para darse una idea. Luego de esto, se veía a todas ellas salir de sus casas desde temprano para limpiar el terreno, rellenar y nivelarlo y, por último, reforestarlo. Otro proyecto, aunque no funcionó del todo, en el que fueron parte activa fue el de la bodega de cacahuates, en la que se pensaba industrializar y procesar el cacahuate que se cosechaba en las escuelas y el municipio; acompañando a los albañiles, ahí iban las mujeres a llevar piedras del río, a barrer, a limpiar, a alimentar a los trabajadores; en fin, a sumarse a la causa: a la construcción de un nuevo Tecomatlán.
Para la construcción de un municipio modelo, como se planteaba, se requirieron esfuerzos sobrehumanos para costear todo lo que Teco necesitaba; era imperante tener escuelas, hospitales, áreas para que se hiciera deporte y que se practicara la cultura; tener servicios básicos, pavimentaciones, luz, etcétera. Y realizar las gestiones para lograr esto era una tarea que también ocupaba recurso.
Sobre las mujeres del pleno recayó principalmente esa tarea. Ahí iniciaron las primeras actividades económicas de la organización. Cada domingo, Celina, con algunas de sus compañeras, como Inés Córdova, Salustia Salas y Hersilia Córdova, implementaron ‘La Kermés de los domingos’. Vendían tacos de cecina, atole de granillo, tamales, dulces, antojitos. Y Celina nunca dejó de participar, hasta que la kermés dejó de hacerse por diversos motivos.
Entre las mujeres surgió la idea de que era necesario que fueran autogestoras, que ellas mismas pudieran generar recurso para costear sus gastos. Así, buscaron maneras de salir adelante y se convirtieron en vendedoras de todo lo que podían. "Ellas vendían oro, vendían plástico, vendían plantas&rdquo, recuerdan algunos. Inventamos, cuenta la maestra Hersilia, la venta de carne, de botes para agua, de cubetas, de rebozos, todo lo que caía en nuestras manos y nos íbamos a ‘ranchear&rsquo, según nosotras, a vender las tinas, a vender las charolas, las cubetas, los botes, carne de puerco.
"Y en todo ese tiempo, Celina era de las más activas. Yo no recuerdo nunca de Celina una crítica agria, una inconformidad, al contrario, vamos a bailar, vamos a bailar, vamos a cantar, vamos a cantar, vamos a vender tinas, vamos a vender tinas, vamos a vender tacos, vamos a vender tacos”.
Pero estos ratos de trabajo duro los recompensaban cada cierto tiempo; algunos días las mujeres se reunían, se cargaban sus canastas, aunque esta vez no con mercancía, sino con masa, salsas, carne, queso, nopales, y se iban caminando a los cerros que rodean a Teco. Encontraban un lugar en el cual descansar y se disponían a convivir en un día de campo. Celina a menudo recibía comentarios acerca de que no deberían salir solas y menos al cerro. "No sea que alguien nos quiera perjudicar&rdquo, le decía a la maestra Hersilia; sin embargo, siguieron saliendo y conviviendo "y dábamos unas comidas bárbaras, pero eso lo recompensábamos con supuestamente el ejercicio de la semana”.
Un diciembre, Celina y las demás mujeres se vieron envueltas en una discusión que cambiaría el rumbo de una de las más grandes tradiciones católicas. En la transición del cacicazgo a la llegada de Antorcha se vio incluido el ‘Niño Dios’ de la iglesia del pueblo. Ahora, el ‘Niño Dios’ tenía que definir si era antorchista o no. Para no decidir por él, porque hubiera sido bastante grosero, Irene Jiménez, parte del pleno de mujeres, tuvo la propuesta de que los antorchistas tuvieran a su propio ‘Niño Dios’. Celina, Hersilia y la misma Irene tuvieron la encomienda de ir a la capital por uno, que sigue ahí. "Ahora la posada era de Antorcha, no era de Margarita, no era de Francisca, no era de Irene, no era de Celina, era el niño de Antorcha”.
Sentadas las bases, hubo que defenderlas. Tarea que Celina nunca rehusó. Ella iba a las comunidades a hablar con la gente, en tiempos de elecciones, salía a convencer al pueblo de seguir la línea antorchista; cuando era necesario, defendía a la organización de quienes quisieran atacarlas. Nunca se negó a las tareas que le encomendaban, chicas o grandes, las hacía con el mismo gusto. A cuántas niñas ayudó a crecer, a cuántos líderes hoy en día dio techo y cobijo. Incontables. La vida de Celina fue Antorcha y, a su vez, Celina le dio vida a Antorcha.
Los años han pasado; Celina dejó esta tierra el 12 de enero; muchas de las mujeres que fueron sus compañeras de años ya tienen el pelo plateado; aquellas mujeres que ayudaron a la construcción de un nuevo Tecomatlán cuando éste más lo necesitaba se van lentamente, dejando un gran legado; las que siguen aquí, continúan con su labor de antorchista, desde diversos lugares, pero, una cosa es cierta, por las calles de ‘Teco’ ya no se volverá a escuchar el grito de "ahí vienen Hersilia y sus mujeres”.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario