MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Al pueblo, gato por liebre

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A lo largo y ancho del país se observan las carreteras en muy malas condiciones, muchas de ellas por el nulo mantenimiento que se tiene. Hay enormes baches que impiden un tránsito fluido, sin contar los daños que provocan en los automóviles, sobre todo en temporada de lluvias, cuando es prácticamente imposible detectarlos y esquivarlos.

Las afectaciones más comunes suelen ocurrir en las llantas: pinchaduras, chipotes, hasta rines doblados o quebrados. Si el golpe fue intenso, el efecto puede causar problemas en la suspensión y la dirección e, incluso, comprometer la circulación del auto; sin embargo, hay otro riesgo latente: los accidentes en los cuales se puede perder incluso la vida, ya que el conductor puede perder el control del vehículo.

Lamentablemente, el gobierno federal ha dejado de destinar recursos económicos suficientes para dar mantenimiento no solo a las carreteras, sino a la infraestructura en general. 

El tema de los baches puede asimilarse como algo que sólo ocurre en las carreteras por donde transitan camiones pesados o en los pueblos alejados de las ciudades, donde es más difícil que llegue la infraestructura de los ayuntamientos; sin embargo, así como la humedad se mina y se esparce, asimismo los baches se han expandido en todas las carreteras, incluso en el centro de las ciudades.

El periódico El Sol de Morelia, el 14 de junio del presente año, publicó una nota titulada “Vialidades del Centro de Morelia cada vez más afectadas por los baches”, en la cual se aborda la preocupación de la ciudadanía por las condiciones en las que se encuentran las calles de la capital michoacana. Entonces, cabe preguntarnos: ¿cómo estarán las carreteras y las calles de los demás municipios?

La respuesta ya la imaginamos: se encuentran en peores condiciones, con grandes baches que ya se pueden considerar zanjas que impiden el paso de los ciudadanos; la zona de la Cañada, la Meseta y Tierra Caliente presentan situaciones similares, y son las mismas condiciones que se observan en todos los estados del país.

La nota de El Financiero se titula “En el sexenio de los baches: AMLO dejó solo el 26 % de carreteras de México en buen estado”, y señala la declaración del presidente de la Comisión de Infraestructura de la Cámara de Diputados, Roberto Albores, quien dice: “La proporción de las carreteras en buen estado disminuyó de 47 % a 26 % durante el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador”.

No sólo es esta nota la que evidencia el estado de las carreteras en México; por ejemplo, la publicada por el medio lja.mx, el 5 de agosto, “Dos de cada tres kilómetros de carretera en México están en mal estado: CMIC Nacional”, hace hincapié en la declaración del presidente nacional de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), Luis Méndez Jaled, quien dice que “Dos de cada tres kilómetros están en malas condiciones porque durante un sexenio se les dejó de invertir, principalmente en mantenimiento. En 2023, por ejemplo, no se invirtió ni un peso en ese rubro (…) Cuando las carreteras están bien, de manera directa todos los ciudadanos tienen otro tipo de accesos”.

Lamentablemente, el gobierno federal ha dejado de destinar recursos económicos suficientes para dar mantenimiento no sólo a las carreteras, sino a la infraestructura en general. Los hospitales están en condiciones deplorables: tienen goteras, aberturas en el techo, herrería en mal estado; si llueve, se inundan. Las escuelas son otro problema, porque también su infraestructura deja mucho que desear.

No es nuevo decir que gran parte del presupuesto anual de la federación en el sexenio pasado se destinó a las megaobras, como el Tren Maya (que no ha funcionado como lo prometieron y que incluso ya se descarriló), la Refinería de Dos Bocas (hoy en los reflectores por distintas polémicas) y el Aeropuerto Felipe Ángeles (no funciona como se esperaba y tampoco tiene tantos vuelos, como ya se había previsto).

En estas grandes obras que el pueblo no necesitaba se fue gran parte de los recursos de los mexicanos que se recaudan con sus impuestos.

Por un lado, les vendieron la idea de que serían obras que beneficiarían a México y, por otro lado, dejaron al pueblo sin mantenimiento de carreteras, de hospitales, de escuelas… en otras palabras, le dieron al pueblo gato por liebre.

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