La gira por Quintana Roo fue una experiencia que nunca voy a olvidar. Estar ahí, formando parte de los Grupos Culturales del Movimiento Antorchista fue un verdadero privilegio y una oportunidad que agradezco con todo el corazón. Fue una montaña de emociones ver a la gente sonreír, emocionarse y aplaudir con tanta satisfacción en cada función; es de las cosas más hermosas que me ha tocado vivir.
El arte auténtico no tiene precio, nace del corazón, transforma, alegra, consuela y fortalece. Por eso, esta gira no sólo fue un recorrido artístico, fue un acto de resistencia, de conciencia, de lucha y de amor al pueblo.
Quiero agradecer profundamente a todos los compañeros y camaradas que hicieron posible esta gira. Sabemos bien que no es sencillo, que detrás de cada presentación hubo mucho trabajo, esfuerzo y sacrificios. Desde los gastos de transporte y combustible hasta la organización de los espacios, cada detalle requirió dedicación. Y sin ese equipo enorme nada de esto hubiera sido posible.
También agradezco los paseos que nos regalaron, la comida compartida y, sobre todo, esa fraternidad que hace del Movimiento Antorchista no sólo un proyecto cultural, sino también una familia.
Pero esta gira fue mucho más que una serie de presentaciones: fue la prueba viva de lo que significa el Movimiento Antorchista Nacional. Mucha gente no sabe lo que realmente es Antorcha, creen que es algo pequeño, limitado. Pero la realidad es que es muchísimo más.
Esta gira demostró la grandeza de un movimiento que lleva al pueblo el arte verdadero, un arte profesional, impresionante y, lo más importante, gratuito.
Ese detalle lo dice todo, porque en un país como el nuestro, donde tantas personas no tienen los medios para acceder a espectáculos de calidad, presentar algo tan trabajado y bello sin cobrar un solo peso es un acto de justicia cultural.
En un mundo donde el arte se ha convertido en mercancía, donde muchos artistas se venden al mercado y sólo producen para ganar dinero y complacer a los grandes imperialistas, nosotros reafirmamos que el arte debe ser un derecho del pueblo, no un privilegio de unos cuantos.
El arte auténtico no tiene precio, nace del corazón, transforma, alegra, consuela y fortalece. Por eso, esta gira no sólo fue un recorrido artístico, fue un acto de resistencia, de conciencia, de lucha y de amor al pueblo. Fue llevar un mensaje de esperanza, de belleza y de dignidad en un mundo que muchas veces sólo ofrece lo contrario.
Y también quiero aprovechar para hablar de algo que me llena de orgullo y de emoción: nuestros compañeros que ya se graduaron, que ya son licenciados y que ahora tienen en sus manos una misión muy importante. Hablo de mis amigos Antonio y Miryam, a quienes con cariño llamamos “Wacho” y “Rusa”. Ellos, con todo lo que han aprendido y vivido, tienen ahora la obligación de formar a nuevos artistas: jóvenes conscientes, entregados, que amen a su pueblo y a su país, y que lo representen con orgullo.
Yo sé que ellos podrán hacerlo, porque han demostrado su compromiso y su amor al arte y al pueblo. Ahora les toca a ellos sembrar esa semilla en los demás, inspirar, motivar y guiar a los que vienen detrás. A ustedes, “Wacho” y “Rusa”, sólo les digo: échenle muchas ganas, camaradas, no se desanimen nunca.
El camino no es fácil, pero el resultado vale todo el esfuerzo. Tienen en sus manos la tarea de formar artistas que no se vendan al mercado, sino que luchen con su talento y su corazón por la dignidad del pueblo.
Por eso, al final, esta gira no se trata sólo de funciones y aplausos. Se trata de continuar construyendo un movimiento cultural que desafía al mundo del dinero, que ofrezca al pueblo lo que merece y que forme generaciones de artistas conscientes, orgullosos y comprometidos. Y ser parte de eso, aunque sea un granito de arena, es algo que me llena de una satisfacción inmensa.
Porque más allá de hoteles, gastos y comodidades, lo que queda es la certeza de haber contribuido a algo grande, demostrar que el arte verdadero sigue vivo, que sigue tocando corazones y que, cuando está al servicio del pueblo, se convierte en una fuerza que transforma.
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