MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tlaxcala y la pobreza disfrazada

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La pobreza en México no es sólo una estadística: es una experiencia diaria para millones de personas. Es vivir con lo mínimo, sin derechos plenos, sin acceso a servicios básicos ni a oportunidades reales de desarrollo. 

En estados como Tlaxcala, esta realidad se vive con crudeza a pesar de los discursos oficiales que hablan de progreso.

Sí hay empleo en Tlaxcala, pero es un empleo que no saca de la pobreza. Y esto contradice frontalmente el discurso de éxito que se promueve desde los gobiernos estatal y federal.

Según el extinto Coneval, una familia de cuatro personas se encuentra en situación de pobreza por ingresos si percibe menos de 11 mil 290 pesos con 80 centavos mensuales. Esta cifra es casi cinco veces superior al salario mínimo mensual vigente en 2025, que es de 2 mil 401 pesos con 20 centavos.

Lo anterior demuestra que el salario mínimo en México no cumple con el mandato constitucional de garantizar el bienestar del trabajador y su familia.

Millones de mexicanos y miles de tlaxcaltecas no pueden costear una vida digna. El mismo Coneval indicaba que siete de cada diez personas en el país ganan menos de lo necesario para cubrir la canasta básica familiar. Esto no es una leve insuficiencia: es una emergencia nacional, encubierta bajo cifras maquilladas y discursos optimistas.

Aunque el salario mínimo ha aumentado en los últimos años (278 pesos con 80 centavos diarios en 2025) no ha sido suficiente para contrarrestar el alza de precios. En julio de 2025, el costo de la canasta básica por persona, en zonas urbanas, fue de 4 mil 719 pesos, un aumento del 3.6 % respecto al año anterior.

Alimentos, transporte, salud, productos de higiene y servicios públicos se encarecen, pero el ingreso de la mayoría de la población no crece al mismo ritmo.

El académico Enrique Provencio, de la UNAM, lo expresó así: “Más de un tercio de la población mexicana no puede adquirir ni la canasta básica alimentaria.” Esto desenmascara la supuesta mejoría de los salarios que no están mejorando lo suficiente y mucho menos están generando condiciones de vida dignas.

A nivel nacional, se anunció una reducción de la pobreza del 41.9 % al 29.6 % entre 2018 y 2024, según cifras del Inegi. La presidenta Claudia Sheinbaum lo celebró como un logro sin precedentes. Y en Tlaxcala, la gobernadora Lorena Cuéllar aseguró que el estado tuvo la reducción más significativa de la pobreza en 40 años, con 121 mil personas que supuestamente salieron de esa condición.

Pero si analizamos más allá, la realidad de Tlaxcala es mucho más compleja.

Aunque la tasa de desempleo es baja (2.3 %), la calidad del empleo en Tlaxcala es alarmante, el 42.3 % de los trabajadores están en condiciones críticas de ocupación. Esto incluye a personas que trabajan menos de 35 horas porque no tienen opciones; hay quienes laboran más de 35 horas pero ganan menos de un salario mínimo y quienes trabajan jornadas excesivas sin recibir un ingreso digno.

Además, el 72.2 % de la población económicamente activa tlaxcalteca se encuentra en la informalidad; es decir, sin prestaciones, sin sueldo fijo, sin derecho a servicios médicos, lo que ubica a Tlaxcala entre los diez estados con mayor precariedad laboral en México, según el último informe del Observatorio de Trabajo Digno de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.

Sí hay empleo en Tlaxcala, pero es un empleo que no saca de la pobreza. Y esto contradice frontalmente el discurso de éxito que se promueve desde los gobiernos estatal y federal.

El investigador Julio Boltvinik Kalinka, del Colegio de México, señala que el gobierno de la llamada 4T ha centrado su medición de pobreza en el número de apoyos entregados. Sin embargo, no profundiza en la verdadera pobreza, aquella que se vive cuando no hay un ingreso digno, ni acceso a salud, vivienda o educación de calidad.

La pobreza no desaparece porque se repartan tarjetas del “Bienestar”. No se resuelve con clientelismo ni con discursos triunfalistas. Se combate con políticas públicas integrales, diseñadas y evaluadas con rigor, que impulsen empleos dignos, servicios universales y condiciones reales de bienestar.

La pobreza no se combate con políticas clientelares, sino con voluntad política, organización social y justicia económica. El Movimiento Antorchista hace un llamado a organizar al pueblo y rechaza abiertamente el clientelismo, por lo que propone un modelo basado en la toma de conciencia y la participación activa. Tiene cuatro ejes importantes para enfrentar la desigualdad: trabajo digno, educación, salud y vivienda para todos.

Pero este camino no será fácil, se necesita cambiar un sistema que oprime al pueblo mexicano, y eso sólo será posible con una lucha titánica, con unión, con conciencia de clase y con una organización sólida.

No podemos seguir aceptando discursos que celebran una supuesta reducción de la pobreza mientras la mayoría vive en condiciones críticas. No podemos permitir que Tlaxcala, un estado con historia de lucha y cultura, siga siendo ejemplo de precariedad laboral y simulación política.

Tlaxcala necesita inversión real en infraestructura, empleos formales, educación de calidad y acceso pleno a derechos.

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