MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Porquería de carreteras y el gobierno ni se inmuta

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En la página www.gob.mx se dice que el gobierno federal, a través de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) y Capufe, estará invirtiendo en 2025 más de 34 mil millones en la conservación de carreteras en el país y que se busca, con esta inversión, conectar comunidades y atender zonas vulnerables.

La realidad no se puede esconder: si se quiere transformar radicalmente las carreteras del país, el pueblo debe poner a gobernar a alguien que sí sepa cómo solucionar todos los problemas de los mexicanos y, en particular, el de las carreteras.

En teoría lo anterior suena bien, ya que se busca comunicar las regiones y tener en cuenta a las zonas vulnerables o pobres; repito, suena bien, sin embargo, en la realidad, en la vida diaria del pueblo (familias, transportistas, turistas, etcétera) que transitan por los caminos del país, se observa otra cosa: las carreteras son una porquería, están en muy malas condiciones, deterioradas, destrozadas, cada día peor, y el gobierno simplemente no actúa para brindar comunicaciones seguras.

Esto es lo que se ve en estos momentos en las carreteras. Tenemos las carreteras de cuota que, se supone, deberían ser de mejor calidad, puesto que se paga por transitar por ellas. El caso más crítico se observa en la autopista llamada “Arco Norte”, que va desde Atlacomulco en el Estado de México, Pachuca, Hidalgo, y San Martín Texmelucan, Puebla.

Esta última carretera es importantísima, porque evita entrar a la Ciudad de México y acorta en tiempo el cruce de norte a sur del país y viceversa; es de las más caras y está destrozada, lo que la hace insegura por tanto bache. Además, a cada rato la gente se queda varada por muchas horas debido a los constantes accidentes que ahí ocurren.

Ante un problema como este, donde hay una carretera destruida y cobran carísimo, donde las empresas que concesionan el tramo de cuota no hacen nada para mejorarla, el gobierno debería intervenir y obligar a los concesionarios a mejorar la calidad del servicio que prestan, pero simplemente no hace nada, lo que lo hace cómplice de las empresas concesionarias.

Otro caso son las carreteras federales (no de cuota), las estatales e interestatales, donde la cosa es parecida o hasta peor, como el tramo que hace perpendicular con la libre Guadalajara-Nogales o la Ruiz-Zacatecas, que atraviesa la sierra de Del Nayar, ahí donde viven los coras y los wixárikas, una región muy pobre de Nayarit.

Viajar por esta ruta, una carretera destrozada, significa recorrer un camino destruido, deshecho, que retrasa el comercio, los traslados de las familias en transporte público, la comunicación y, finalmente, representa un verdadero peligro para la vida de muchos mexicanos que por ahí circulan.

Por todo lo anterior, me nace decir que vivimos en un país donde sus gobernantes, los de la 4T, bajo la falsa bandera de que el pueblo ahora es el que manda, han logrado marear a nuestro pueblo y, en lugar de mejorar las comunicaciones como debiera ser, estamos empeorando.

Una prueba de que no se gobierna para el pueblo es que se tolera que las empresas que concesionan carreteras de cuota —los mismos empresarios que por decenios han saqueado al país— se enriquezcan con el cobro que hacen, cuando se les debería obligar a mejorar el servicio.

Otra prueba de que es puro rollo y que no es cierto que se quiera beneficiar a las zonas vulnerables es el caso de la Ruiz-Zacatecas, ya que, aunque se diga que se le invertirá, en los hechos los recursos federales se aplican en Nayarit, pero en la zona costera, donde construyen autopistas, puentes, obras de drenaje, de luz eléctrica y demás servicios, todo para que las grandes cadenas hoteleras y comerciales, internacionales y nacionales, se instalen en la zona que les redituará grandes utilidades.

Las zonas vulnerables ahí que esperen, porque basta con que el gobierno “austero” hable de que por primera vez en la historia se hará justicia a los grupos oprimidos para que se crea que ahora sí se cumplirá.

La realidad no se puede esconder: si se quiere transformar radicalmente las carreteras del país, que pasen de estar deshechas a buenas, el pueblo debe poner a gobernar a alguien que sí sepa cómo solucionar todos los problemas de los mexicanos y, en particular, el de las carreteras.

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