Tres acontecimientos sumamente violentos han afectado a los estudiantes de escasos recursos de Oaxaca. El 23 de enero, el Albergue Cultural “Villas de Monte Albán” fue atacado por un grupo de porros que amedrentó a los moradores y, pese a que se levantaron actas de denuncia, no hubo intervención de las autoridades.
La sucia estrategia del gobernador busca estigmatizar los esfuerzos de los jóvenes por salir adelante, con el fin de justificar que él, como autoridad, no está dispuesto a subsidiar las casas de los hijos del pueblo y que, por el contrario, está dispuesto a destruirlas.
El 26 de abril, el Albergue Estudiantil “Juan Manuel Celis Ponce” vivió un episodio orquestado por policías municipales de Miahuatlán de Porfirio Díaz, quienes, bajo las órdenes del presidente municipal morenista César Figueroa Jiménez, desalojaron y golpearon a los jóvenes.
Por último, el 5 de agosto, el Albergue Cultural y Estudiantil “Villas de Monte Albán” y un Super-Más sufrieron un asalto por parte de un grupo encapuchado y armado hasta los dientes (me atrevo a afirmar que, si prestamos atención a las fotos que rondan en las redes, la fisionomía y las armas que portan parecieran indicar que se trató de policías vestidos de civiles); atacaron las instalaciones, generando terror entre los moradores, los dueños de la tienda y los vecinos.
Hasta aquí, no se necesita ser bastante instruido para poder intuir que se trata de una campaña gubernamental en contra de los albergues estudiantiles afiliados a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR). Esto se deduce porque la única ocasión en la que Salomón Jara Cruz, gobernador de Oaxaca, ha intervenido, fue para atacar a los estudiantes, acusándolos de ser drogadictos y borrachos.
Entendemos que esta sucia estrategia del gobernador busca estigmatizar los esfuerzos de los jóvenes por salir adelante, con el fin de justificar que él, como autoridad, no está dispuesto a subsidiar las casas de los hijos del pueblo y que, por el contrario, está dispuesto a destruirlas.
No ponemos en duda que el gobernador de Oaxaca esté operando en contra del estudiantado. Basta con revisar los escándalos de corrupción que el pueblo oaxaqueño le imputa: ahí está, por ejemplo, la molestia ciudadana ante un supuesto “gasto injustificado” de 162 millones de pesos en la Guelaguetza; su adquisición de una camioneta de 2.8 millones de pesos para asistir a la “mañanera” de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Recordemos también que el secretario de Gobernación, Jesús Romero, gastó presupuesto público en “regalitos” para su amante, Fernanda Schmidt; que el diputado local por Morena Benjamín Viveros construyó catorce departamentos en Teotitlán de Flores Magón; que su secretario de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural del Estado de Oaxaca, Víctor López Leyva, fue denunciado por proyectos fantasma de más de 300 millones de pesos.
Asimismo, sabemos que su secretaria de Turismo, Saymi Pineda Velasco, pagó 12 millones de pesos por un concierto de Julión Álvarez; que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó irregularidades de Alejandro López Jarquín, director general administrativo, por más de 67 millones de pesos; que los empleados de la Secretaría de Honestidad, Transparencia y Función Pública cobran más de 100 mil pesos mensuales; que Irma Bolaños, presidenta del DIF, dejó de usar huaraches por una colección de zapatos carísimos; que Noé Jara Cruz compró un auto de alta gama por más de un millón de pesos; y que Emilio Montero Pérez, director del Ieepo, rentó oficinas de lujo en San Felipe del Agua.
Y a todo esto se suma que la presidenta estatal del PAN, Perla Woolrich, señaló que Jara Cruz se siente más seguro en el Istmo de Tehuantepec, donde cuenta con la protección del crimen organizado.
Queda de manifiesto que Salomón Jara Cruz tiene como prioridad engordar sus bolsillos y los de su cuadrilla de Morena, sin importarle si sus acciones afectan a la ciudadanía de Oaxaca y, mucho menos, a los estudiantes. Por ello, nosotros, el Movimiento Antorchista Nacional, nos sentimos humanamente inclinados y obligados a cobijar la lucha de los jóvenes, con el fin de protegerlos, exigir que se les respete y que se asegure su futuro.
Por lo anterior, ante la negativa de quienes están obligados a resguardar la integridad de la juventud, los fenerianos y los antorchistas denunciamos y exigimos que se detenga la persecución perpetrada en contra de los jóvenes de los diferentes albergues.
Finalmente, me atrevo a invitar a la ciudadanía a que se sume a la defensa de los moradores que han sido agredidos, pues no se trata de muchachos y muchachas adinerados, sino de nuestros hermanos, sobrinos e hijos que, con la intención de cumplir sus metas, parten de nuestros hogares para poder culminar su preparatoria o su carrera universitaria.
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